sábado, 8 de noviembre de 2014

ALEXANDER Y EL DÍA TERRIBLE, HORRIBLE, ESPANTOSO, HORROROSO (3d10)

Terrible, horrible, espantoso y casi hasta horroroso es soportar esta película cuyos escasos ochenta minutos de duración se hacen eternos y tediosos, no sólo para mi sino también para la mayoría de niños a los que oía murmurar en la sala.
Vale que se trata de una película Disney (lo que no nos dicen es que estaba pensada para el Canal Disney y que en el último momento la decidieron estrenar en cines para ver si colaba) y destinada a un público infantil, pero la presencia de sus dos actores protagonistas, Jennifer Garner y, sobre todo, Steve Carell (que no es un actor al que admire demasiado por sus aportaciones al mundo del cine pero sí que soy muy fan de su papel en The Office), invitaba a pensar que se trataría, al menos, de una comedieta que, si bien trivial y previsible, sería al menos entretenida y con algún chiste que mereciera la pena.
Pero no, todo es tan estúpidamente infantil, tan absurdamente televisivo que ni las situaciones hacen gracia ni la resolución es apropiada.
La trama parte de un niño coñazo que se piensa el ombligo del mundo y que cree que todo le sale mal cuando está rodeado por unos padres y dos hermanos triunfadores y que, en la estela de títulos como Big o Mentiroso Compulsivo, aprovecha el día de su cumpleaños para pedir un deseo y cambiar las cosas. Al día siguiente, él será el que triunfe y el resto de la familia los que se verán abocados al desastre, si en ningún momento se entienda si es causa del azar o si hay algún elemento fantasioso en todo esto, porque cuando se aburren de tanta tontería la tortilla cambia sin más y sanseacabó.
El problema no es tanto en el contenido como en la forma. No encuentro nada divertido ver a cuatro personas sufriendo todo tipo de accidentes desafortunados que se van a terminar arreglando con una facilidad pasmosa, de manera que ni el conflicto es divertido ni lleva a ningún camino, pues si se debe encontrar alguna moraleja para instruir a los más pequeños yo no la he sabido ver.
Tonta, simple y edulcorada en exceso, es un film totalmente prescindible y rápidamente olvidable. Independientemente de la edad.

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