lunes, 17 de noviembre de 2014

MATAR AL MENSAJERO (7d10)

Gary Webb fue un laureado periodista norteamericano que saltó a la fama, sobre todo, por destapar conexiones entre la CIA y el narcotráfico de drogas procedente de Nicaragua.
La presente película, dirigida por Michael Cuesta, realizador curtido en televisión y acostumbrado al género de la intriga política por su trabajo en diversos capítulos de la serie Homeland, se centra en el periodo concreto en que Webb se dedicó a investigar el escándalo, desde sus primeros hallazgos hasta las consecuencias personales hacia su persona, sin entrar de lleno en el concepto del biopic ni querer perderse por derroteros divagando sobre su todavía no esclarecida muerte, a la que se refieren simplemente en los créditos informativos finales.
A priori, la elección de Jeremy Renner para dar vida al polémico periodista del San José Mercury News podría parecer arriesgada. Actor de demostrada solvencia, lleva años como eterna promesa (desde que se dejara ver por la sobrevalorada película de Kathryn Bigelow En tierra hostil) pero con sólo un gran éxito en su haber, y como secundario, Los Vengadores, pese a haber participado en franquicias tan valoradas como Misión Imposible, la saga Bourne o haberse puesto a las órdenes del afamado David O. Russell. No parecía, hasta ahora, ser capaz de pasar del simple secundario conocidillo, sin carisma suficiente para protagonizar un film con éxito, y en esta película, pese a su cacareado reparto lleno de estrellas, debe soportar él solito todo el peso de la trama. Pero lo cierto es que Renner no sólo sale airoso del intento, sino que consigue hacer suyo el personaje y componer un emotivo e intenso Webb, en un papel que son un caramelo envenenado para un actor por la cantidad de registros que ofrece, permitiéndole lucirse o fallar estrepitosamente.
Con Renner metiéndose al público en el bolsillo el otro elemento de la ecuación que funciona de maravillas es el propio Cuesta, que consigue desgranar una trama compleja de manera fácil de entender, sin perderse en el amplio abanico de nombres y personajes que pululan por la trama. Uno de sus principales aciertos en no condensar la trama sólo en la investigación periodística, sino abordar abiertamente la faceta más humana de Webb, de manera que sus problemas con su esposa e hijos o su confrontación con su editora y amiga del periódico supongan alivios narrativos a la gran cantidad de información que nos hacen digerir.
Otro acierto del film es su reparto, que aunque algo tramposo en su publicidad (muchos de los grandes nombres que aparecen en los trailers se reducen a meros cameos) sí ayuda, por lo menos, a identificar y poner cara a los nombres de los implicados en la trama, que de otra manera se perderían en el maremágnum de datos con los que el periodista trabaja. De esta manera, se pasean por ahí nombres como los de Andy García, Paz Vega,  Michael Kenneth Williams o Barry Pepper mientras que otros actores realizan apariciones vistas y no vistas como Ray Liotta, Richard Schiff, Michael Sheen o Robert Patrick, mientras que los únicos que realmente tienen posibilidades de lucirse un poco a la sombra de Renner son Mary Elizabeth Winstead, Rosemarie DeWitt y Oliver Platt.
Además, Cuesta no se conforma con explicar una historia de intriga con la consecuente crítica a los métodos más que discutibles del gobierno de los Estados Unidos en su política exterior, sino que, además, aprovechando la aparente caza de brujas a la que Webb fue sometido tras la publicación de su artículo, realiza una exposición crítica hacia el mundo del periodismo en general, que tiene como brillante colofón el discurso de Webb durante la entrega de un premio.
Webb no es un personaje perfecto, y arrastra un pasado reprochable y lleno de errores, pero aun así es fácil simpatizar con él e indignarse a su lado por el uso y abuso que hacen contra él sus propios colegas, por no decir ya las altas esferas.
Tras ver vilipendiado y desacreditado, todo el caso fue revelado por la propia CIA años más tardes, durante el mandato de Clinton, posiblemente demasiado tarde para resarcir al pobre Webb, lo cual nos invita a reflexionar de los métodos llevados a cabo por el gobierno de los Estados Unidos y hasta donde son capaces de llegar por conseguir primero sus objetivos y lograr después mantenerlos ocultos.
Eso sí, al final todo sale a la luz. Otra reflexión que nos deberíamos hacer a nivel local. La verdad, de una manera u otra termina por aflorar y los culpables suelen pagar. En España las cosas todavía son muy diferentes…
Sólo por ello (aparte de su calidad y del entretenimiento que proporciona) la película es imprescindible.


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