domingo, 8 de mayo de 2016

TINI, EL GRAN CAMBIO DE VIOLETTA. Sólo para incondicionales.

Dicen los que saben de estas cosas que el origen de Violetta es una serie televisiva de Disney Channel que surgió en 2012 y que consta de tres temporadas. Para mí, la tal Violetta era tan solo una cantante cuya imagen aparecía en las mochilas y carpetas de las niñas hace un par de años, compitiendo por destacar en los escaparates de las tiendas con las Monster High y Hello Kitti. Por ignorar, ignoro incluso en qué número tengo memorizado el Disney Channel ese.
Digo esto para dejar claro de antemano que yo no soy el público objetivo de esta película, ni de lejos, y que eso debería tenerse en cuenta a la hora de leer esta opinión.
Por otro lado, como sea que yo exijo a las películas algo más que una objetividad prefijada, declaro mi derecho a poder enfrentarme a ella sin complejos, tal y como me sucediera, por ejemplo, con El Séquito, una película que también era el cierre de una serie que yo desconocía y que pude disfrutar bastante (otro ejemplo de serie finiquitada en cine podría ser FireFly y Serenity, de Joss Whedon ambas).
Sin embargo, en el caso de Tini, el grancambio de Violetta, que no deja de ser un cambio de nombre e imagen a la chica Disney esta, uno tiene que imaginarse las cosas a medida que suceden, ya que no hay una mínima presentación de personajes ni nada parecido, como si se tratase de un capítulo más de su serie. Primer punto en contra.
La historia, en sí, es la de siempre. Alguien que va a un pueblecito de la costa mediterránea a pasar unos días y lo que allí encuentra le cambia la vida para siempre, quedando atrapado por la belleza del lugar y sus gentes. En lo que llevamos de año, sin ir más lejos, se ha tocado ese tema en Bienvenidos a Grecia o Cegados por el sol, pero referentes los tenemos a miles, como Mamma mía! o Walking on Sunshine para no salirse del género musical.
Tini es un despropósito fílmico, con lunas que permanecen completamente llenas durante varias noches, festivales de música sin más artistas a concurso que la protagonista, personajes que recorren miles de kilómetros en menos tiempo de lo que otros tardan en cruzar media isla, móviles que nadie utiliza cuando de verdad hacen falta… y así un sinfín de sinsentidos que sin duda no importarán a las incondicionales de la estrella argentina pero que para el resto del mundo resultan casi insultantes.
Por lo demás, típica película ñoña de amores de verano puros y castos, amigos fieles hasta la muerte y descubrimientos que permiten conocerse a uno mismo al ritmo de las empalagosas tonadas de esta artista argentina. Y por ahí en medio, haciendo de “matrona italiana” sin saber muy bien porqué, Ángela Molina.
Lo dicho, para incondicionales y poco más.

Valoración: Cuatro sobre diez.

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