domingo, 8 de mayo de 2016

TRIPLE 9: Cine policíaco sin alma.

Un gran reparto y un director reconocible no siempre son sinónimo de éxito, y en Triple 9 tenemos la mejor demostración.
Hace poco comentaba que películas españolas como Cien años de perdón, aún lejos  de no ser perfecta, no tenía nada que envidiar a los thrillers americanos más convencionales, y aquí tenemos un buen ejemplo de ello: una película de muchas pretensiones pero que no consigue atrapar al espectador en ningún momento. Y no es porque sea aburrida, que tampoco es eso, sino que no se consigue hacer un trabajo de desarrollo de personajes suficientemente interesante como para poder empatizar con ninguno de ellos, ya sea a un bando o al otro de la ley, y la mayoría o te caen mal o te producen indiferencia. Y eso es una de las peores cosas que le puede suceder a una peli de estas características.
Dirigida por John Hillcoat, autor de La Carretera o Sin ley, por ejemplo, la película está protagonizada por Cassey Affleck, Anthony Mackie y Chiwetel Ejiofor como personajes más destacados, pero también pasan por ahí Woody Harrelson, Aaron Paul, Clifton Collins Jr., Norman Reedus o Kate Winslet como la mala malísima, cerrando el casting de forma totalemnte desaprovechadas Gal Gadot y Teresa Palmer con sendos papeles floreros.
La cosa va de un grupito de delincuentes empleados por la mafia judía rusa, compuesto en parte por agentes de policía corruptos, que para realizar un atraco casi imposible deciden recurrir al asesinato de un policía (código 999 que da título al film) y así concentrar toda la fuerza de la ley al otro lado de la ciudad. Como no podía ser de otra manera, el “elegido” será un chico nuevo en la comisaría, casualmente el nuevo compañero de uno de ellos, casualmente un tipo decente y buen padre de familia, y casualmente también que salvará la vida de su compañero corrupto poco antes del día del golpe. Como se puede apreciar, todo muy previsible.
No hay nada original en esta peli, nada que no se adivine antes de que suceda. Y es imperdonable que un guion resulte tan previsible precisamente cuando se nota que sus intenciones son precisamente las de sorprender al espectador.
Al final, hay que conformarse con dejarse llevar por la historia y pasar un rato distraído con algo que sin ser malo, tampoco pasa de ser un capítulo alargado de cualquier procedimental televisivo. Lástima.

Valoración: Cinco sobre diez.

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