Curiosa
propuesta producida por la propia Natalie Portman y que confirma que el género
del western vuelve a estar muy de moda, aunque sea a través de películas
pequeñas que deban aprovecharse de su paso por festivales o a eventos como La
fiesta del cine para poder ser algo visibles.

Si
algo hay que reprocharle a la película es su trama demasiado lineal.
Pese a
estar contada en dos líneas temporales, de forma que conocemos lo que le pasó a
Jane mediante flashbacks, la trama en sí es demasiado sencilla, carente de
algún giro que aporte algo de emoción a la misma. Los malos rodean a Jane en su
propia casa, nos explican la relación que tenían entre ellos en el pasado y hay
un combate final. Sin espacio para las sorpresas.
Pese
a todo, las buenas interpretaciones, el tono dramático con tintes de romance y
la buena ambientación hacen que esta película, que además de la Portman cuenta
con la participación de Joel Edgerton y un irreconocible Ewan McGregor, hacen
que la película se deje ver con simpatía, resultando ser tan interesante como
fácilmente olvidable.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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