lunes, 3 de julio de 2017

UN DON EXCEPCIONAL, sensibilidad sin cursilería

Se me antojaba peligroso aproximarme a una película como Un don excepcional
Pese a las curiosas coincidencias que pueda tener con el cine de superhéroes (no en vano se junta el director de Amazing Spiderman y su secuela y al protagonista de El Capitán América), lo cierto es que esta película tenía todos los componentes para mimetizarse en el clásico telefilm lacrimógeno de sobremesa.
Sin embargo, Marc Webb ha recuperado el estilo intimista y personal que lo llevó a triunfar con (500) días juntos y ha conseguido hacer un film que, pese a sus momentos de sensibilidad, esquiva con acierto el melodrama simplón para construir una interesante y conmovedora historia.
Chris Evans interpreta a Frank Adler, quien tras el suicidio de su hermana debe hacerse cargo de la hija pequeña de esta, Mary, toda una niña prodigio para las matemáticas. Sin embargo, cuando se empeña en que la niña disfrute de una vida normal en un colegio de pueblo en lugar de en academias especiales se encontrará con la oposición de su propia madre, que no dudará en recurrir a los tribunales para garantizar lo que, según su propio criterio, es mejor para su nieta.
Un don excepcional consigue reunir tres historias en una. Por un lado, es un drama sobre las relaciones familiares de tres personajes perseguidos por las decisiones del pasado y el miedo a enfrentarse a sus propias responsabilidades, con el riesgo a equivocarse que ello conlleva. Por otro, hay una interesante trama judicial por la custodia y tutelaje de la pequeña. Y finalmente, más allá de la personificación en los personajes ficticios de esta historia, nos encontramos también con un retrato de lo duro y problemático que puede suponer (tanto para el niño como para sus progenitores, normalmente superados por la situación) el tener una mente privilegiada.
Con un Evans muy convincente en su faceta más intimista (aunque es muy relevante la participación en un rol secundario de Octavia Spencer), la película funciona perfectamente a todos los niveles, alternando sin problemas momentos de ternura, humor y dolor y midiendo perfectamente a sus protagonistas, una familia que, por mucho que se esté agrietando por culpa de los diferentes puntos de vista en torno a la educación de la niña, nunca pierden de vista lo que realmente son, sin alcanzar, por tanto, niveles de odio y enfrentamientos más esperpénticos que realistas. Al final, todos son de la misma sangre, y eso nunca se olvida.
Es por ello que pueda resultar lógico que sea Webb, tras su periplo superheróico, quien se haga cargo de esta película. Al fin y al cabo, la incomparable inteligencia de Mary es similar a tener un gran poder, y el film trata, en el fondo, de la responsabilidad que ello conlleva.

Valoración: siete sobre diez.

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