domingo, 11 de noviembre de 2018

OVERLORD

Antes de empezar a analizar la película Overlord me gustaría concretar el tipo de película que es para así dejar más claro a lo que nos enfrentamos. Y es que, por más que se haya dicho por ahí, Overlord no es una película de zombies. Overlord es una película bélica. Con zombies, eso sí, pero bélica. Y es importante señalar esto desde el principio porque vista como película bélica, esta es una gran película. Vista como película de zombies… Bueno, a muchos podrá decepcionar.
La idea proviene de Billy Ray, guionista experimentado que ya coqueteó con la mezcla de géneros en La guerra de Hart y que ha firmado los libretos de títulos tan importantes como Los juegos el HambreCapitán Phillips o El secreto de una obsesión (aquel remake de El secreto de sus ojos), que se ha dejado llevar por su lado más fanboy y ha imaginado una historia que mezcla zombies con nazis. Sobre el papel, nada puede molar más, ¿no? Y si no que se lo digan a Tommy Wirkola, el noruego que gracias a su película de título nada sutil Zombies Nazis logró el pasaporte a Hollywood e incluso hizo posible una secuela. El problema con este tipo de película es que parece condenado a la serie B, a esos productos que tanto gustan en Sitges y que luego son ignorados por las distribuidoras (busquen si no en la cartelera de este viernes Mandy, una de las triunfadoras del último Festival), derivando en acción del montón y casquería que puede provocar aplausos y carcajadas entre los más entregados, pero pasar desapercibidas para el público generalista. Es entonces cuando entra en la ecuación J.J. Abrams, otro fanboy donde los haya, que, seducido por la propuesta, decidió apoyarla como productor y conseguir que sea una película de suficiente presupuesto como para poder considerarla seria.
Así que con unas pretensiones muy superiores a las del clásico film de zombies, solo faltaba la participación de Julius Avery (cortometrajista que debutó en largometraje con Son of a gun, inédita en España pese a estar protagonizada por Ewan McGregor y Alicia Vikander y que ya ha firmado para encargarse de una nueva versión de Flash Gordon) para completar la ecuación.
Overlord es, pues, una película de acción bélica con, a priori, un aroma muy clásico. Narra la historia de una brigada de paracaidistas que, la noche antes del día D, tienen la misión de asaltar un pueblo francés dominado por los nazis para destruir una torre de comunicaciones que facilite el decisivo Desembarco de Normandía. Lo que se desconoce es el doble propósito de la base alemana: puesto de comunicaciones y laboratorio de terribles experimentos.
Con ello, casi la mitad de la película es una propuesta de acción trepidante filmada con elegancia y mucha potencia, reflejando la crueldad de la guerra y la mella que hace en los hombres, jugando en diversas ocasiones a desequilibrar la balanza que delimita el bien del mal y rozando la ambigüedad entre los dos protagonistas principales, el cabo que está al mando de la misión, salvaje y desquiciado por momentos, y el soldado afroamericano del que se burlan por ser considerado un débil y un cobarde. Apoyándose en las fórmulas convencionales del género, Avery consigue crear un grupo de protagonistas con los cuales empatizar y que son algo más que simples estereotipos pese a que no haya suficiente tiempo para conocer apenas nada sobre ellos. Es difícil hacer una construcción de personajes con apenas cuatro pinceladas, pero Avery y Ray lo consiguen, y ese es uno de los méritos del film.
Un truco para ello es saber mirarse en el espejo de sus referentes sin rubor. Así, Overlord puede recordar a muchas películas, y lo hace de manera totalmente consciente. No voy a ofender a los puristas mencionando aquí las referencias que se pueden encontrar a los grandes clásicos, pero hay también bastante del Malditos Bastardos de Tarantino, del Corazones de acero de David Ayer, del Hermanos de Sangre producida por Spielberg, del Resident Evil de Anderson, del Depredador de McTiernan e incluso del juego de Wolfenstein.
Overlord es, en su premisa, una película muy sincera. No hay en su trama rocambolescos giros de guion ni trucos que intenten descolocar al espectador. Por eso, no cabe aquí el temor de hablar de spoilers. Da lo que se espera, una confrontación entre unos pocos americanos y un batallón alemán en medio de la campiña francesa con algunos zombies apareciendo en su tramo final. Quizá lo único que pueda decepcionar es el hecho de que los zombies sean más un elemento narrativo que la gran amenaza del film, resultando algo previsible o incluso floja su parte final, pero todo ello queda compensado con la fuerza y la espectacularidad de su primera hora y media, en la que Avery realmente consigue trasladar al espectador el centro de una confrontación de la II Guerra Mundial y casi consigue que la sala huela a pólvora y sangre.
La mezcla de géneros podría haber quedado muy delirante, pero está equilibrada de tal manera que la comunión es armónica y muy efectiva, incluyendo además el suficiente gore como para estar a la altura de las circunstancias, pero sin recrearse en la truculencia, siendo más una herramienta para mantener ese (lujoso) aroma de serie B que simples golpes de efecto.
Una agradable sorpresa, en fin, muy por encima de lo que auguraban las primeras informaciones sobre esta película que incluso la asociaban, falsamente, al universo Cloverfield.

Valoración: Siete sobre diez.

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