domingo, 9 de abril de 2017

MAÑANA EMPIEZA TODO: efectiva comedia lacrimógena.

Resulta gratificante que después de ver como los americanos hacen remakes de películas francesas, esa cinematografía que en cada película que estrena presume de haber batido records de taquilla y se caracteriza (o eso creen ellos) por su originalidad y personalidad, esta vez sean los franceses los que se miran en el espejo del otro lado del charco, aunque la película a copiar sea, en este caso, mejicana.
Mañana empieza todo es una versión bastante fidedigna de No se aceptan devoluciones, de Eugenio Derbez, que el propio director se encargó de protagonizar. Para la versión gala se ha confiado esta tarea en el cómico Omar Sy, y ese es el primer lastre de la película, ya que da la sensación de que el actor de Intocable se limita a repetir una y otra vez su mismo rol. De hecho, casi es necesario echar un vistazo a su trayectoria americana para verle hacer algo diferente (X-men: Días del futuro pasado, Jurassic World), impersonal y arquetípico, pero diferente.
Así, la película arranca con el cansino Sy haciendo sus gracietas habituales como alocado e irresponsable juerguista hasta que le entregan un bebé que le dicen es su hija. Todo esto no es más que un prólogo alargado, ya que la película enseguida da un salto en el tiempo para mostrarnos al personaje de Sy con la niña ocho años después, afincado en Londres y con su vida perfectamente organizada. Así, la película no va de como un mujeriego crápula consigue cambiar obligado por la paternidad y un autoimpuesto sentido de la responsabilidad, sino que todo es tan feliz y bonito como en un cuento de hadas, todos se quieren mucho y las cosas van sobre ruedas, hasta que en ese futuro preadolescente de la chiquilla la madre vuelve a entrar en escena.
Hasta el momento, la película se muestra simpática, con algún momento de divertimento más por el trabajo de Gloria Colston, la niña que, como su propio personaje hace en pantalla, se come a Omar Sy cada vez que tiene oportunidad. Todo es muy calculado, muy milimetrado para dirigir al espectador por donde debe, ya sea el llanto o la risa, sin demasiado esfuerzo. Y por eso, aunque a nivel sistemático la cosa funcione, se echa en menos algo de alma en un producto con aroma a prefabricado.
Hay, sin embargo, un momento en la película, próximo ya a su desenlace, en el que uno de los giros consigue atraparte por sorpresa. No lo ves venir (a menos que hayas visto ya la película mejicana, claro), y te sacude con una fuerza que te obliga a reaccionar ante el cómodo sopor que venías acumulando e invita a reaccionar. La película, al final, levanta la cabeza y el tiovivo de sensaciones tan dirigido que te acostumbras con facilidad a él, te precipita al vacío, logrando una grandeza que era fácil de suponer minutos antes.
Todo en Mañana empieza todo es previsible y su argumento está tan cargado de Deus ex machina y de absurdos que hacen que no te plantees siquiera la verosimilitud de nada, así que conviene arrancar todas esas capas de cebolla superfluas para quedarse con los chistes más efectivos, la química (algo homofóbica, eso sí) que desprende Antoine Bertrand y la simpatía de Clémence Poésy. Y ese desgarrador final que nos obliga a pensar que los muy malditos, al final, lo han conseguido. Por mucho que nos empeñemos a negarlo, la lagrimilla está ahí, esperando a desbordarse.
Mañana empieza todo va de menos a más en cuanto a emoción, y por más que no te puedas creer nada, al final el resultado termina siendo satisfactorio. Incluso con Omar Sy por medio.

Valoración: Seis sobre diez.

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