Después
de la divertida y original Cómo acabar
con tu jefe, mucho era lo que se esperaba del director Seth Gordon, y si bien es cierto
que Por la cara no es tan fresca y
dinámica como aquella, no voy a negar que resulta un entretenimiento
estimulante y de risa fácil. Confiando de nuevo el peso de la trama en Jason
Baterman (una promesa de los 80 –recordad De
pelo en pecho 2- que cayó en el olvido más absoluto y que en los últimos
tiempos parece recuperado, en un caso paralelo al de Patrick Dempsey) y con la
comediante televisiva Melissa McCarthy dándole réplica, Por la cara cuenta la historia de una timadora que vive a cuerpo de
rey robando la identidad de aquellos pobres desdichados a los que consigue
clonar sus tarjetas de crédito, comprando compulsivamente hasta el absurdo
hasta que la víctima recibe su extracto bancario y ya no puede hacer nada para
evitarlo. En el caso de su último incauto, Sandy (Jason Baterman, con un nombre
tan ambiguo que es perfecto para la estafadora), el robo le complica la vida de
tal modo que está a punto incluso de perder su trabajo por lo que decide pasar
a la acción y perseguir en persona a la falsa Sandy (que en realidad se llama
Diana). Una vez localizada, la aventura consistirá en obligarla a regresar
desde Denver a Miami con él, de manera que la película se convierte en una road
movie con tintes de buddy movie (peli de colegas), al estilo de Pasados de cuentas. Naturalmente, el
viajecito de marras será toda una odisea, y sus vidas se entrecruzarán con todo
tipo de personajes que no harán sino empeorar su situación y, de paso, permiten
mostrarnos a un rico elenco de secundarios de lujo, como Robert Patrick
(inolvidable T-1000 de Terminator 2),
John Favreau (director de las dos primeras Iron
man), Genesis Rodriguez (hija del cantante El Puma y vista también en el
regreso a la primera plana de Schwarzenegger), Eric Stonestreet (el gordito de Modern Family) o Amanda Peet (2012, Identidad…).
En
ocasiones me he preguntado por qué cuesta tanto hacer comedia en Estados
Unidos. Nos tienen tan acostumbrados a las comedias románticas que hacen llorar
más que reír o a al estilo safio y escatológico que solo divierte a unos pocos
tarados que cuando aparece una película como esta, que solo pretende divertir,
es maltratada por la crítica. No estamos ante una obra maestra ni está a la
altura de otras comedias similares como Resacón en Las Vegas, pero desde el primer minuto
al último tiene la única intención de hacer reír (en unas ocasiones con mayor acierto
que en otras), y solo por eso ya merece la pena aprobarla. ¿Por qué se alaba
siempre más a las películas que hacen llorar que a las que hacen reír, si para
eso tenemos ya los telediarios? Yo me entretuve durante un buen rato, que era
lo que me proponía el director. ¿Para qué quiero más?
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