sábado, 22 de junio de 2019

GODZILLA. REY DE LOS MONSTRUOS

Una regla básica al hacer la secuela de un blockbuster es que esta tiene que superar con creces a la película anterior. En el caso de Godzilla, rey de los monstruos esta norma se cumple con creces, pues si el Godzilla de Gareth Edwards era bastante aburrida, esta secuela resulta literalmente insoportable.
Sí, hay muchos más monstruos, y más acción. Pero, como parece marca registrada en Warner, es una acción oscura, de esas en las que cuesta ver lo que está pasando. Tras las críticas que tuvo el film de Edwards por lo poco que se veía al monstruo protagonista, aquí el lagarto de marras luce bastante más (aunque en metraje mucho menos de lo que cabría esperar), pero como deberían haber aprendido del cine de Zack Snyder (y el prólogo de esta película es casi un calco de Liga de la Justicia), mucha destrucción no siempre es sinónimo de mucho espectáculo.
Resulta evidente que no soy muy partidario del anterior Godzilla, aunque sí pude rendirme ante el poderío visual de Edwards (poderío confirmado posteriormente con Rogue One), pero con Michael Dougherty (realizador de productos simpáticos pero muy menores como Krampus Truco o trato, comedias de terror que nada tienen que ver con una superproducción como esta) se da un paso atrás, siendo la música de Bear McCreary lo único destacable de esta secuela.
Y es que pese a que el realizador ha demostrado ser competente en sus trabajos anteriores y el reparto vuelve a ser bastante estelar (tanto como desaprovechado), de poco vale cuando el guion es tan ridículamente malo como este. De nuevo la propuesta de Warner/Legendary comete el mismo error de su antecesora de minimizar la faceta humana, con personajes arquetípicos que, aunque ocupan mucho tiempo en pantalla, no tienen apenas nada interesante que decir. Además, las situaciones son ridículas, y cada vez que parece que un protagonista hace algo que no puede ser más torpe, la escena siguiente te demuestra que no hay límites para la sandez.
Todo ello hace que, pese a estar hablando de una película con monstruos gigantes pegándose de leches entre ellos (unos supuestamente “amistosos”, como si los millones de muertos que deben causar no contasen), el resultado final sea totalmente insatisfactorio. Tal y como está aquí planteado es totalmente absurdo el concepto de un Godzilla protector de la humanidad, y se nota demasiado que todo es, en realidad, una mera excusa para allanar el camino de cara a la cuarta entrega de la saga (recuerden que entre ambas Godzilla se sitúa Kong, la Isla Calavera, ligeramente mencionada aquí), esa Godzilla Vs. Kong que verá a la luz sólo porque ya está en producción, pues los discretos resultados en taquilla de Godzilla: el rey de los monstruos invita a pensar que esto del Universo Compartido de Monstruos es más un capricho de Warner en su intento de clonar el éxito de Marvel (ya que el Universo de DC parece haber caído en el olvido y del Dark Universe de la Universal mejor ni hablar) que no por una demanda del público.
Imagínense lo torpe que el guion que, para ahorrar sufrimientos, el propio título (y por una vez no es culpa de la traducción española) anuncia ya como va a terminar el film. Ver para creer…

Valoración: Cuatro sobre diez.

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