sábado, 1 de junio de 2019

INFILTRADO EN MIAMI

Que una distribuidora decida traducir Le flic de Belleville (El poli de Belleville) por Infiltrado en Miami, cuando la película va de todo lo contrario, un policía (de la localidad francesa de Belleville, evidentemente) que va a Miami a hacer de policía y parece empeñarse en que todo Florida se entere de que es policía, solo demuestra la poca confianza que tienen en el tirón comercial de la película, por más que sea francesa y parece que últimamente todo lo francés tenga que gustas, más si es en clave de comedia. Una jugada parecida hicieron con Infiltrados en Miami (y es que tiene guasa, la cosa), traducción igual de absurda de Ride Along 2, con el único propósito de que alguien resulte engañado y se piense que va a ver otra secuela de Infiltrados en clase. Vamos, digo yo.
Y está bien que el jueguecito del título sirva para desviarnos del tema principal, porque hablar de la película es casi perder el tiempo tanto como lo es verla. Estamos ante otra comedieta de acción del montón, ese género que tan buenos momentos nos hizo pasar en los ochenta (en una década donde parece como si todo el cine fuese capaz de hacernos pasar buenos momentos) pero que tan difícil de hacer bien resulta hoy en día.
En este caso concreto, es Rachid Bouchareb quien aborda el intento fracasando a la hora de combinar ambos géneros: la comedia es demasiado tonta y queda casi relegada al olvido cuando se acerca al tramo final, donde la acción es lo que impera. Y es que encima el film parece tener unas desmesuraras ambiciones, saltando de Francia a Miami para terminar en un país ficticio de África. Para ello, Bouchareb parece haberse empapado de tanto cine americano como presume el propio protagonista, recorriendo todos los lugares comunes del mismo, pero sin el menor atisbo de originalidad. Todo empieza con el protagonista, Sebastian 'Baaba' Bouchard, siendo testigo del asesinato de su mejor amigo y decidiendo que ha de vengarlo, aunque ello le cueste el puesto y su relación sentimental. Luego, la película pasa a convertirse en una buddy movie de manual y termina con una de esas situaciones en las que se crea un equipo bastante improbable capaz de enfrentarse a todo un ejército.
Hace apenas unos días, en Cannes, Sylvester Stallone confesaba que se arrepentía de haber hecho películas tan malas como Alto o mi madre dispara. Quién sabe si en unos años Omar Sy se refiera en términos parecidos a Infiltrado en Miami. Esta no llega a esos grados de ridiculez, pero también hay madre insoportable por en medio, avisados están.
No voy a decir que la película sea un espanto, y estoy convencido de que tendrá sus defensores, pero peca de un guion absurdo hasta decir basta y de creerse mucho más graciosa de lo que es. Al final, todo queda en manos de Omar Sy, un actor muy limitado interpretativamente pero de innegable carisma, imitando sin reparos al añorado Eddie Murphy. Y solo los admiradores del protagonista de Intocable (posiblemente su única película como protagonista digna de ser recordada, otra cosa son sus cameos en superproducciones americanas) vana encontrar algo con lo que disfrutar de este film tan flojo e inconsistente como la absurda idea de hacer un equipo entre Sy y Luis Guzmán, otro al que nadie habría imaginado nunca haciendo de protagonista.


Valoración: Cuatro sobre diez.

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