Empecemos
por resaltar que todo lo que sucede en la película es pura ficción.
Sí,
es cierto que la falla de San Andrés está en constante movimiento y que, tal y
como dice el personaje interpretado por Paul Giamatti, el riesgo de un gran
terremoto es tan elevado que la pregunta no es si sucederá, sino cuándo sucederá.
A partir de ahí, ni es posible que el suelo se agriete formando una especie de cañón
como en el film, ni se prevé que pudiese alcanzar (y mucho menos superar) los
nueve grados en la escala Ritcher ni es posible un tsunami con la altura que se
ve en la película, por no mencionar que hoy por hoy es científicamente
imposible la posibilidad de prever el terremoto.
Aclarado
esto, y ya bien conscientes de que la película no va a tener un ápice de
verosimilitud, hay que reconocer que la orgia destructiva que protagoniza el
bueno de Dwayne Johnson es un divertimento de lo más saludable, con unos
efectos visuales impactantes, un buen uso de la tecnología 3D y unos personajes
secundarios que no molestan y ayudan a mantener en alto el listón de la emoción
y el drama.
Johnson
interpreta al piloto de un helicóptero de rescate con trágico pasado y recién
separado de su mujer (más arquetípico, imposible) que se alzará como el
principal héroe cuando la falla de San Andrés que recorre el estado de California
en Estados Unidos y Baja California, en México, provoca una serie de
devastadores terremotos que se concentrarán, sobre todo, en la ciudad de San Francisco.
Aunque protagonizada de modo estelar por el antiguamente conocido como “The
Rock”, la película –como buena cinta catastrofista- tiene dejes de coralidad,
presentándonos en paralelo la historia de la exmujer del prota y su nuevo
novio, la lucha desesperada por la supervivencia de la hija del héroe y una
pareja de hermanos y el punto de vista científico que ofrecen la explicación teórica
de todo lo que vamos a ver en pantalla.
Un
puñado de buenos actores (ahí están, aparte de los mencionados Johnson y
Giamatti, Alexandra Daddario, Carla Gugino o Ioan Gruffudd) no son suficientes para
dar empaque a un guion exageradamente estúpido, donde se abusa tanto de las
casualidades, del “por los pelos” y de la escasa profundidad de los personajes
que el resultado final es un refrito de cosas mil veces vistas, una oda a la
destrucción que sueña con emular el sello de Roland Emmerich, aunque el
director canadiense Brad Peyton no ha sabido copiar la épica emotividad el
germano.
No
diremos, desde luego, que San Andrés pueda engañar a nadie. Cualquiera que se
haya molestado en ver el tráiler o leer al menos la sinopsis antes de entrar a
la sala del cine sabe perfectamente lo que se va a encontrar y puede llegar
incluso a adivinar paso por paso lo que van a hacer los protagonistas sin
peligro de que nadie los spoilée . La película es lo que pretende ser y no
aspira a nada más que a entretener y hacer disparar los niveles de adrenalina,
debiendo aceptarse con unos bajos niveles de exigencias. Se agradece, al menos,
que Peyton no se ande por las ramas y gaste todos sus esfuerzos en destrucción pura
y dura casi desde el primer minuto, como si fuese el primero al que las
subtramas le importasen un pimiento y las mantuviera solo para rellenar
(posiblemente evitando el error de Anderson en Pompeya, cuya historia de amor deslucía la impresionante –y en ese
caso realista- erupción del Vesubio).
Así
que sí, la película es una tontería llena de absurdeces y escenas sin sentido,
que roza el ridículo en algunos casos y con algún que otro diálogo bochornoso
(yo mismo me descubrí completando las frases de los protagonistas como si las
conociera de antemano). Pero es que de eso va precisamente la película, de destrucción
absurda y sin sentido, ridícula y bochornosa, pero muy disfrutable, una
película para zambullirse en un tonel de palomitas y dejarse llevar por el
amigo The Rock y sus piruetas a bordo de un helicóptero o, en la práctica, todo
lo que se le tercie mientras tenga motor.
No
es la peli del verano ni sentará cátedra en su género, pero para pasar un buen
rato de entretenimiento funciona. Y eso es lo único que se le debe pedir.
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