Llevábamos
ya unas semanitas sin nuestra ración crepuscular en los cines, y tras los
discretos estrenos de Memorias de un
zombie adolescente, Hermosas
Criaturas o The Host (La Huesped)
llega el turno a la producción más ambiciosa de todas, nacida descaradamente
con el propósito de dar pie a una saga (el título y subtítulo ya lo reflejan
claramente) y con los mismos componentes que la maldita Crepúsculo que tanto daño ha hecho al mundo del cine (aunque sé de
millones de adolescentes que no estarán para nada de acuerdo conmigo). Repasemos:
está basada en una novela (curiosamente la autora, Cassandra Clare, es también
mujer), protagonizada por una chica joven, hay triángulo amoroso, elementos
sobrenaturales y drama y al final todo se reduce en la lucha del bien contra el
mal. Más claro, agua. Con semejante entradilla parece que lo más lógico sería
huir corriendo del cine pero, una vez más, como ya ocurriera con los zombies y
los aliens enamorados, la copia (el libro se publicó por primera vez en 2007, dos
años después de Crepúsculo) supera a
la original. Y me refiero, claro está, a la película, cuya fidelidad con
respecto al libro no voy a valorar ya que no he leído la novela en la que se
basa y espero poder morir dentro de muchos años sin cambiar ese hecho.
La
cosa, como vais a comprobar, no tiene nada de original. Una muchacha, al llegar
a la adolescencia, detecta fenómenos extraños a su alrededor. Las cosas no son
lo que parecen y descubre que debe cargar el peso de una herencia genética
especial y que la salvación de la humanidad (o de sus amiguetes, tampoco nos
pongamos tan trascendentales) está en sus manos. Vamos, como Harry Potter,
Percy Jackson… Mira que hay madres embusteras por la vida, ¿eh? El caso es que
cuando descubre que ella es, en realidad, una Cazadora de sombras no tiene más
remedio que entrar en el juego y luchar contra brujas, demonios y vampiros (los
hombres lobo, parece, son de momento aliados), sobre todo porque la vida de su
propia madre está en juego. Junto a ella, claro está, su mejor amigo, ese que
todo el mundo sabe que está enamorado de ella menos ella. Y sus nuevos
compañeros Cazadores no podrián ser gordos frikis llenos de granos adictos a
los videojuegos de Dragones y Mazmorras,
como sería lógico, sino buenorros de pecho depilado y porte angelical. Así que
ya tenemos conflicto amoroso, que en este caso va un paso más allá que sus
predecesoras y se atreve a tocar temas tabús como el amor homosexual y el
incesto.
Al
frente de todo esto se encuentra Harald Zwart, un director cuyos mayores logros
son La pantera Rosa 2 y The Karate Kid, mientras que el guion
corre a cargo de la propia Clare junto a Jessica Postigo, autora de… de… Bueno,
este es su primer guion, a decir verdad, pero en breve parece ser que tendrá
listo el libreto de la continuación de la saga (¡Que Dios nos coja confesados!)
Ante
tal panorama, cuesta creer que haya algo en la película, aparte de las fans que
pueda arrastrar la novela, que llame la atención, amén de su reparto, donde
destaca la casi omnipresente Lily Collins (conocida tanto por ser la Blancanieves que le toca las narices a
Julia Roberts como por ser la niñita de papá Phil) acompañada de Jamie Campbell
Bower (que se ha paseado por tres Crepúsculos,
dos Harry Potters y ha sido el Arturo
de Camelot) y Robert Sheehan (el más insoportable
de la pandilla de Misfits), actores jóvenes
pero con algo de currículo, aunque como suele ser propio de estas producciones,
la calidad real la aportan los secundarios, donde destacan Kevin Durand, Jared
Harris, Jonathan Rhys Meyers y, sobre todo, Lena Headey, que aunque parezca
huir de su personaje de Juego de Tronos
se está encasillando demasiado en su papel de “madre coraje” (Las crónicas de Sarah Connor, The Purge: la noche de las bestias).
Ante
este puzle tan variopinto, lo mejor que se puede decir de la película es que
entretiene, manteniendo correctamente el equilibrio entre la acción y el drama,
dando tiempo suficiente a los personajes para demostrar sus debilidades y
evoluciones (el precio a pagar por ello es alto: más de dos horas de duración),
siendo completamente sincera en su propuesta pero enfocando más el punto de
mira en la lucha contra los demonios que en los asuntos de corazón, que saben
mantenerse siempre latentes pero en un sabio segundo plano. Tanto es así, que
en ocasiones parece que estemos más ante una versión más adulta de Harry Potter
(el uso de la magia, el diseño de la iglesia-escuela, las espadas…)
No
va a convertirse esta saga en un clásico del cine contemporáneo, ni Ciudad de hueso nos va a dejar
impacientes ante el estreno de su secuela, como sí está pasando con la odisea
de Los Juegos del Hambre (claro que
Jennifer Lawrence juega en otra liga), pero al menos servirá para demostrar que
se puede hacer un cine destinado a adolescentes sin que tenga necesariamente
que insultar su inteligencia, creando además una mitología propia en lugar de destruir
absurdamente leyendas ancestrales. Sólo llegando al final, quizá por miedo a
alargar más aun el metraje, se nota una cierta precipitación, hasta el punto
que el destino de algunos personajes queda un poco desdibujado, dejándolo a
nuestra imaginación. Pero bueno, para eso están las secuelas.
Y
debo advertiros que sólo de novelas hay la friolera de doce, así que si el
público responde, hay Cazadores de
sombras para rato.
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