Nacida
con pretensiones de iniciar una saga cinematográfica en manos de Manuel Sicilia
(El lince perdido), Justin y la espada del valor es la nueva
apuesta de Antonio Banderas como productor, comprometido con el proyecto hasta
el punto de doblar a uno de los personajes protagonistas en la versión
original.
Acostumbrados
a las luchas titánicas entre Disney/Pixar con Dreamworks, Sony y compañía, con
unos deslumbrantes alardes técnicos y unos argumentos en ocasiones más adultos
de lo aconsejable (aunque parece que últimamente esta tendencia va a la baja),
Justin y la espada del valor podría parecer algo insignificante, una obra menor
donde no nos vamos a deslumbrar por la calidad de las escenas con agua o el
perfeccionismo del cabello de los personajes. Nada de eso. Lejos de falsas
apariencias en forma de cantos de sirenas, Sicilia ha preferido limitarse a
hacer una película de animación como las de antes, con una historia sencilla y
claramente dirigida a un público infantil, por más que la animación
convencional sea suplida por el ordenador.

Justin y la espada del valor explica la historia de un reino donde la reina, aconsejada
por un abogado (el padre del protagonista), decide prohibir los Caballeros, sin
darse cuenta de que con ello no solo está asfixiando con absurdas normas y
leyes a su pueblo sino que lo deja también indefenso ante una posible amenaza
externa. Con la leyenda sobre su heroico abuelo en la cabeza, Justin rechazará
su destino de estudiar derecho y se marchará del pueblo para tratar de
convertirse en caballero y salvar el destino de la reina y, por extensión, de
todas sus tierras.
Con
un sorprendente sentido del humor, Justin
y la espada del valor alterna aventura, diversión y, como no, gotas de
romance, componiendo una obra ágil y entretenida quizá algo por debajo de otras
aventuras animadas patrias como Planet 51
o Las aventuras de Tadeo Jones pero ciertamente recomendable para
los más pequeños de la casa, sin que por ello resulte para nada aburrida para
los sufridos padres que los acompañen, gracias sobre todo a la correcta
confección de los personajes y a los muchos gags que complementan la aventura,
algunos de ellos desternillantes.
Sin
el trasfondo metafórico y profundo que antaño pretendía tener Pixar, Justin y la espada del valor es una
aventura que invita, simplemente, a soñar, lo que no es poco.
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