domingo, 22 de septiembre de 2013

JUSTIN Y LA ESPADA DEL VALOR (6d10)

Nacida con pretensiones de iniciar una saga cinematográfica en manos de Manuel Sicilia (El lince perdido), Justin y la espada del valor es la nueva apuesta de Antonio Banderas como productor, comprometido con el proyecto hasta el punto de doblar a uno de los personajes protagonistas en la versión original.
Acostumbrados a las luchas titánicas entre Disney/Pixar con Dreamworks, Sony y compañía, con unos deslumbrantes alardes técnicos y unos argumentos en ocasiones más adultos de lo aconsejable (aunque parece que últimamente esta tendencia va a la baja), Justin y la espada del valor podría parecer algo insignificante, una obra menor donde no nos vamos a deslumbrar por la calidad de las escenas con agua o el perfeccionismo del cabello de los personajes. Nada de eso. Lejos de falsas apariencias en forma de cantos de sirenas, Sicilia ha preferido limitarse a hacer una película de animación como las de antes, con una historia sencilla y claramente dirigida a un público infantil, por más que la animación convencional sea suplida por el ordenador.
Y eso es lo que encontraremos en Justin y la espada del valor, una historia de superación, de un chico anónimo que se acaba convirtiendo en héroe, de malos muy malos, sin dobles caras, y de princesas y dragones (o no, porque en este último aspecto las cosas no son lo que parecen).
Justin y la espada del valor explica la historia de un reino donde la reina, aconsejada por un abogado (el padre del protagonista), decide prohibir los Caballeros, sin darse cuenta de que con ello no solo está asfixiando con absurdas normas y leyes a su pueblo sino que lo deja también indefenso ante una posible amenaza externa. Con la leyenda sobre su heroico abuelo en la cabeza, Justin rechazará su destino de estudiar derecho y se marchará del pueblo para tratar de convertirse en caballero y salvar el destino de la reina y, por extensión, de todas sus tierras.
Con un sorprendente sentido del humor, Justin y la espada del valor alterna aventura, diversión y, como no, gotas de romance, componiendo una obra ágil y entretenida quizá algo por debajo de otras aventuras animadas patrias como Planet 51 o Las aventuras de Tadeo Jones pero ciertamente recomendable para los más pequeños de la casa, sin que por ello resulte para nada aburrida para los sufridos padres que los acompañen, gracias sobre todo a la correcta confección de los personajes y a los muchos gags que complementan la aventura, algunos de ellos desternillantes.

Sin el trasfondo metafórico y profundo que antaño pretendía tener Pixar, Justin y la espada del valor es una aventura que invita, simplemente, a soñar, lo que no es poco.

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