Deuda de honor es la nueva película de Tommy Lee Jones como director
basándose en la novela The homesman
de Glendon Swarthout.
A
diferencia de los westerns clásicos de cielos azules y héroes impolutos, Jones
nos retrata un oeste americano sucio, despreciable y lleno de tipos oscuros de
difícil caladura moral. Sólo la protagonista de la historia, Mary Bee Cuddy
(interpretada por una magnífica Hilary Swank), parece una mujer transparente y
de fuertes convicciones. Demasiado, quizás, para el mundo que la rodea, que la
mantiene aislada de sus vecinos como si de un bicho raro (y feo) se tratase.
La
trama arranca cuando Mary se ofrece voluntaria para transportar en un carruaje
a tres mujeres del pueblo que han enloquecido por diversos motivos (incómodos y
desasosegantes flashbacks que nos anuncian de buen principio la dureza de la
dirección de Jones) hasta una lejana ciudad donde puedan hacerse cargo de ellas
sin más ayuda que la de George Briggs, un maleante despreciable y poco de fiar
(Tommy Lee Jones) al que salva la vida de ser ahorcado por ladrón.
Siguiendo
muchas de las convicciones del género (hay grandes desiertos, indios y
vaqueros, tiroteos y persecuciones a caballo), Deuda de honor es en realidad un drama existencial, una historia de
redención donde la verdadera fuerza reside en la confrontación entre las
personalidades de Mary y George cuya moralidad y personalidad definirán el
devenir de la película. Pese a los mencionados flashbacks, la historia se sigue
de una manera muy lineal, muy convencional, casi hasta rutinaria, lo cual nos
deja totalmente desamparados para el duro golpe que pervierte la esencia de los
personajes y transforma la historia de forma para la que no estábamos
preparados.
Con
interesantes secundarios como William Fichtner o John Lithgow y el
extraordinario y complicado trabajo del trío de dementes (Miranda Otto, Sonja
Richter y Grace Gummer, hija de Meryl Streep que se reserva además una breve
aparición), que logran transmitir sus miserias sin caer en el esperpento, Tommy
Lee Jones logra concebir una cruel historia sobre la condición humana, usando
la suciedad y la decadencia de muchos personajes para dar forma a la amistad,
la lealtad y la responsabilidad, convirtiendo así su obra en un mensaje de
(amarga) esperanza.
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