Resulta
complicado valorar con justicia una película como La Momia, obligada, entre otras cosas, a salvar las comparaciones
con la película que inició la saga de Stephen Sommers.
Si
pensamos en ella como una simple película, lo cierto es que tiene tantas
deficiencias como queramos. Los personajes están poco definidos, alterna sin
demasiada consistencia el humor y la comedia y está tan repleta de situaciones
completamente absurdas que obliga al espectador a la suspensión de la
credulidad en casi cada secuencia.
Sin
embargo, esto no es una simple película. Tal y como está haciendo Marvel con su
MCU, y como la propia Universal hiciera en la década de los treinta, esto no es
más que el primer capítulo de algo mucho más grande, la presentación de un mundo
de Dioses y Monstruos (en palabras del propio Dr. Jekyll) que sin duda van a
darnos muchas satisfacciones en los próximos años. Dark Universe, lo llaman. Y en ese aspecto sí que funciona a la
perfección y es un glorioso espectáculo.
Además,
nos encontramos ante una película de Tom Cruise, y eso es un elemento
diferenciador de primera. Con Cruise de por medio no hay cabida para el
aburrimiento ni para las decepciones. Ya sea interpretando a Ethan Hunt, Jack Reacher o este Nick Morton, Cruise lo borda y, como ya he dicho en una ocasión,
parece imposible que una película interpretada por él pueda ser aburrida.
Cabe
recordar que esta no debería ser la primera película de la saga. Hace un par de
años ya se pretendía hacer algo parecido con ese pastelón que era el Drácula de Luke Evans, pero la cosa
atufaba a desastre y se decidió hacer borrón y cuenta nueva antes de que la
cosa fuese a peor. Gran decisión. En La
Momia, las cartas se ponen sobre la mesa desde el primer momento, y poco
importa que los personajes sean simples caricaturas sin identidad. No importa
demasiado quien haya sido este tal Morton, sino lo que será tras los
acontecimientos de la película. Lo mismo podría decirse del personaje femenino,
la Jenny Halsey que promete convertir en estrella a Anabelle Wallis. ¿Y qué
vamos a decir del Dr. Henry Jekyll? ¿De verdad necesita ser presentado?
Sin
embargo, quien de verdad importa aquí es Ahmanet, la momia a la que da cuerpo
Sofia Boutella con magistral solemnidad y que es la encarnación del mal en su
máxima pureza.
Alex
Kurtzman debuta como director con esta película, pero habiendo salido de la
escuela de J.J. Abrams tiene bien aprendida la lección y sabe cómo ofrecer un
buen espectáculo, siendo completamente consciente del producto que pretende,
algo tan bizarro en su propuesta que bien podría haberlo parido el propio John
Carpenter. Morton y Halsey son prototipos de los aventureros pulp de aquella
época de decorados de cartón piedra donde la aventura primaba sobre la técnica
y hereda de ellos ese desprecio a la amenaza de caer en el ridículo. De hecho,
hay en la historia reminiscencias de Lifeforce,
Quatermain y las minas del Rey Salomón, Un
hombre lobo americano en Londres o incluso La noche del terror ciego.
La
Momia, en ese sentido, no tiene una verdadera coherencia interna, sino que
parece más bien una sucesión de secuencias enlazadas torpemente, las cuales,
por separado, brillan con luz propia como partes de una novela por entregas. La
secuencia de Iraq, la del avión, la de los túneles inundados… Piezas de
engranaje para un espectáculo que no pretende ser nada más que palomitero, un
prólogo de una lucha entre el bien y el mal que abre las puertas a mundos
conocidos por los amantes de los clásicos que auguran pesadillas y sustos
tontorrones. Así, se agradece que, pese a la ligereza de algunos momentos y los
chistes al servicio de Jake Johnson, la película no busque a un público
potencialmente infantil y apueste por momentos de verdadero terror (nada que
ver en eso con las películas de Brendan Freser) y oscuridad.
Insisto,
La Momia no es una gran película,
pero tampoco lo pretende. Solo aspira a ser un gran entretenimiento que sirve
de entrada a una saga donde el mal y la oscuridad tratará, poco a poco, de
adueñarse de nuestro mundo.
Y
a mí, desde luego, me han atrapado.
Sé
que algunos, conocedores de la importancia que le doy al guion de una película,
se me va a echar encima con esta opinión, pero que la trama esté repleta de
tópicos no es necesariamente que sea mala. Simplemente poco original. Y lo que
de verdad me importa es que ni aburra como me pasó con Warcraft, ni me ofenda con su ridiculez como pasaba con La gran muralla ni me venda humo como Ghost in the Shell, por nombrar algunos
blockbusters recientes. Lo único que pido a estas películas es que me lo hagan pasar
pipa. Y La momia lo consiguió. He
dicho.
Valoración:
Ocho sobre diez.
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