Norman,
el personaje que da título a la película, es un asesor de poca monta que parece
haber dado la campanada cuando establece una relativa amistad con un político
israelí que al cabo de los años termina siendo primer ministro de la nación.
Brillantemente
interpretado por Richard Gere (su trabajo es lo mejor del film), Norman es el típico
perdedor ignorante de sus propias limitaciones, un vendehúmos con buenas intenciones
pero escaso talento para los negocios e incapaz de saber cuándo debe detenerse.
La
película dirigida por Joseph Cedar es un extraño pastiche que nunca sabe si
quiere apostar por el drama o la comedia y cuyo subtítulo en español es quizá
su peor enemigo. Eso de “el hombre que lo conseguía todo” me remite a films
como Conserje a su medida o
similares. Pero nada más lejos de la realidad y del todo desenfadado de esos
títulos a los que me refiero. Claro que con el subtítulo americano: the moderate rise and tragic fallen or a New York fixer (la moderada subida y trágica caída de un procurador de Nueva York) uno ya casi puede ahorrarse ir a verla. Norman, el hombre que lo conseguía todo, es una película amarga y triste sobre un tipo
que deambula sin rumbo y al que nadie (ni el propio espectador) llega a conocer
nunca, impidiendo así cualquier tipo de conexión emocional.
Bajo
esa capa de falsa integridad del tres al cuarto (nunca termina de quedar claro
sin la supuesta amistad entre Norman y el político es real o aparentada) se
encuentra un análisis de la sociedad judía y un retrato con algo de acidez del
aislamiento político, aunque por una vez nos quieran pintar al político de
turno como un tipo bonachón y achuchable (en un papel que habría ido que ni
pintado a Steve Carrell). Quizá uno de los lastres de la película sea que está
coproducida con dinero israelí, lo que puede haber limitado la ironía y el
sentido del humor que Norman
necesitaría para haber sido un producto más interesante. Pese a los buenos
artistas que hay en su casting (Steve Buscemi, Michael Sheen, Charlotte
Gainsbourg y Dan Stevens como cabezas más reconocibles), ninguno de ellos
aporta lo suficiente como para dar lustro a una trama por momentos aburrida y
que no termina de levantar nunca el vuelo. Al final, Cedar parece tener en Gere
a su única baza para seducir a los espectadores, y aunque su trabajo es
impecable nada puede hacer el actor con un personaje demasiado aislado del
mundo como para conseguir ser el alma que la película necesita.
No
voy a decir que Norman, el hombre que lo
conseguía todo, sea una mala película pero si me pareció, cuanto menos, un
film insuficiente y con muchas carencias.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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