miércoles, 28 de junio de 2017

LA CASA DE LA ESPERANZA, una lista de Schindler de rebajas

Hay temáticas que, para bien o para mal, nunca dejarán de interesar al mundo del cine. Las historias reales no solo suelen funcionar, sino que en ocasiones son necesarias para recordar los errores del pasado y tratar de no volver a repetirlos.
Este podría ser el caso de todo lo relacionado con la II Guerra Mundial. Aquel fue, posiblemente, el peor conflicto bélico de la historia moderna y muchas heridas continúan aún sin cerrar. Fue una época de espantosos crímenes y matanzas injustificadas pero, también, de héroes. Héroes, generalmente, anónimos.
La casa de la esperanza cuenta la historia de uno de esos héroes, un matrimonio de Varsovia que transforman el zoo al que han entregado sus vidas antes de que la guerra lo ponga todo patas arriba en un escondite para los judíos a los que ponían liberar del gueto.
Se podría decir, en cierto modo, que Jan Zabinski y su esposa Antonina Zabinska (quien copa el centro de atención narrativo) son una suerte de Oskar Schindler en versión polaca.
Desde luego, debería resultar injusto comparar esta película de rango medio (que cuenta con la producción de su protagonista, Jessica Chastain) con la obra cumbre de Steven Spielberg, pero los parecidos argumentales son tales que resulta inevitable. Lamentablemente, la directora Niki Caro (cuyo trabajo más relevante hasta la fecha es En tierra de hombres, con Charlize Theron) no tiene el acierto estético del antaño Rey midas de Hollywood y su película se centra más en la historia que en el fondo. Esto deriva en una narración bien explicada, con las consecuentes elipsis (no es necesario volver a explicar que es La noche de los cristales rotos y cosas así), pero más cercana al telefilm que al cine de gran formato.
Aunque no hay nada en el guion que justifique la importancia de Antionina por encima de su marido (más allá de servir de seductora distracción al nazi odioso de turno, en este caso encarnado por Daniel Brühl), Jessica Chastain es el motor alrededor de quien todo gira. Y aunque la actriz está correcta (resulta difícil que esta mujer haga algún papel mal) no brilla lo suficiente como para levantar la película por sí sola, tal y como sí lo hacía en la coetánea El caso Sloane.
Además, aparte de dar a conocer la figura de este valiente matrimonio que arriesgó sus propias vidas por salvar a un sinfín de desconocidos, no hay ningún aporte histórico relevante, nada que no hayamos visto ya mil veces en pantalla. He comentado al principio que es importante recordar los errores del pasado (y pocos hay tan terribles como el dominio del fascismo nazi) para tratar de evitarlos, pero ver las mismas escenas una y mil veces tampoco es el mejor camino. Al final, la repetición provoca la insensibilidad, y eso de los judíos sacados a la fuerza de sus casas y oprimidos en un gueto perdiendo todas sus posesiones y hasta su propia identidad es algo que el cine nos ha mostrado ya tantas veces que se debe exigir algo más de brío y fuerza visual para no caer en la rutina y el contemplacionismo. Nada que ver, por poner otro ejemplo, las escenas de esta película con la que se mostraban en El Pianista de Polanski, otra obra maestra del género. Parecía que la excusa del zoo iba a servir como metáfora sobre la “humanidad” que demuestran los animales en contra de la crueldad despiadada de los verdaderos humanos, pero al final todo queda demasiado diluido.
A la postre, La casa de la esperanza es una película bienintencionada, quizá incluso algo edulcorada para lo que se debió vivir realmente, que sirve como recordatorio de una época y para dar a conocer a otros héroes que desde la clandestinidad ayudaron a salvar muchas vidas. Pero poco más. La puesta en escena es correcta pero sin alardes y muchos momentos del metraje rozan el aburrimiento, quizá porque las más de dos horas de película pueden ser excesivas para lo que se está explicando.

Valoración: Cinco sobre diez.

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