A
veces la vida puede ser muy cruel. Nikki lo tenía todo en la vida: un
matrimonio feliz, una hija estupenda y una condición económica encomiable. Hasta
que un fatídico día, durante unas vacaciones en México
, su marido fallece
ahogado en el mar.
Cinco
años más tarde Nikki no ha podido superar su pérdida. Vive sola en la casa que
su difunto esposo construyó para ellos, sin ser capaz de utilizar la magnífica
piscina que tiene en la parte trasera ni volver a visitar el museo al que
tantas veces habían ido juntos, sin más compañía que las visitas esporádicas de
su hija o las agradables cenas en el jardín con su vecino Roger, también viudo.
Pero todo cambia cuando se atreve a volver a visitar el museo y coincide con
Tom, un profesor de arte que es la viva imagen de su gran amor. Aun sabiendo
que es un error decide acercarse al desconocido y pronto iniciarán una relación
sentimental. Parece que el amor le va a dar una segunda oportunidad, pero ¿es
realmente amor o solo una mentira basada en el recuerdo de su desaparecido
marido?
Esta
es la historia de La mirada del amor
(un título que es en sí un spoiler, pues la razón del nombre se descubre en la última
escena), una romántica película que, si bien contiene alguna sonrisa en su
interior, no es para nada una comedia. Dura y estremecedora como la vida misma,
La mirada del amor es una tierna
reflexión sobre las segundas oportunidades, demostrando que nunca es tarde para
el amor, narrada con sensibilidad por Arie Posin y las brillantes
interpretaciones de Annette Bening, Ed Harris y un cada vez más caro de ver
Robin Williams, en un pequeño papel que recuerda al de El indomable Will Hunting.
La mirada del amor no es, sin embargo, una película sobre el amor, sino
sobre la pérdida del amor. Es por ello que la sensación final que queda es
desangelada y amarga y no será para avergonzarse si se escapa alguna lagrimilla
contemplando esta historia de amor tan intensa como artificial.
Pese
al punto fantástico de su origen (dos personas exactamente idénticas), los
personajes y sus situaciones son terriblemente reales y eso hace que sea más duro
todavía enfrentarse a la destrucción mental a la que se enfrenta Nikki cuando
trata de borrar la muerte de su marido e incluir a Tom en su pasado juntos.
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