Podríamos estar, más que
ante una película, ante uno de los anuncios publicitarios más largos que
recuerdo. Y también peor acabados.
Viral
sigue los pasos de Raúl (Juan Blanco) un joven con problemas económicos que es
seleccionado para participar en un concurso que organiza la cadena Fnac según
el cual debe permanecer una semana entera dentro del edificio de la calle
Callao de Madrid (realizando diversos actos publicitarios) con el objetivo de
conseguir veinte mil seguidores en una nueva red social.
Muchas son las propuestas
de interés que plantea la película en su arranque, empezando por la metáfora de
la soledad de Raúl pese a llegar a estar comunicado con cientos de
"amigos" virtuales, dejando leves pinceladas de denuncia social (están
a punto de echar a su padre de la residencia), humor (en su relación con su
amigo Frank, exagerado Miguel Ángel Muñoz), romance (la aportación de Aura
Garrido), y todo ello a partir de unos personajes apenas detallados aunque de
los que sabemos lo suficiente para que la historia pueda funcionar.
Sin embargo, a medida que
pasan los días (y las noches) de esta especie de Gran Hermano en red ya vemos
que los tiros van por otro lado y la cosa se transforma en una historia de
intriga con tintes de terror y un amplio abanico de sospechosos y de móviles. Y
tampoco es mal tema, aunque decepciona un poco que no se profundice más en el
trasfondo de las redes sociales o la claustrofobia de sentirse aislado en un
edificio repleto de los mejores instrumentos de intercomunicación del mundo.
Sin embargo, a medida que
nos acercamos al final nos damos cuenta de que el guionista va totalmente
perdido. El desenlace no solo es precipitado sino que resulta ridículo, casi
bochornoso, estropeando totalmente cualquier buen sabor de boca que el film nos
pudiera dejar.
Y es que esa es la gran
clave de los thrillers, que aun estando mejor o peor construidos toda su trama
debe terminar por desembocar en buen puerto, y si el final resulta espantoso,
pues resultará que sencillamente hemos perdido una hora y media de nuestra vida
que nadie nos devolverá, con una especie de plagio/homenaje a REC que no
funciona en absoluto y que, aun logrando desconcertar, enfada más que asusta.
Una última reflexión: el
concurso se llama "el friki de la Fnac", pero yo me pregunto: ¿qué es
un friki para Lucas Figueroa, director de esta tontería? Porque vista toda la
película, la única "frikada" de Raúl es utilizar una espada láser de Star Wars a modo de linterna.
Eso sí, la Fnac ocupa el
noventa por ciento del metraje. Le habrá salido barata la peliculilla a la
productora.
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