Se
acaba el año, amigos. Atrás quedan doce meses de cine, bueno, malo y regular, y
atrás quedan también un buen puñado de entradas de este blog que nació en enero
del 2013, aunque no se empezó a publicar con la periodicidad deseada hasta
cerca del verano.
Llega
ahora el momento de realizar listas de lo mejor y lo peor, descubrir
nominaciones a premios y festivales y comenzar las apuestas de cara a los Oscars.
Pero antes, permitidme dos últimas entradas para analizar un puñado más de
películas.
En
esta primera voy a recuperar (a falta de ver –gracias de nuevo, distribuidoras-
la que se supone es una de las obras más interesantes de la temporada: 12 años de esclavitud) tres títulos que
por diversos (y afortunados) motivos no pude ver en su momento y he recuperado
estos días mediante métodos algo menos… “ejem”… tradicionales, ya me entendéis.
No se trata en ninguno de los tres casos, como veréis, de buenas películas,
pero merecen sus dos o tres párrafos de gloria tanto como la que más. ¿O no?
Pues alguna quizá no, ¿qué queréis que os diga? Pero bueno, allá vamos…
Paranormal
Movie. La crítica es sencilla.
Esta película no debería haberse realizado nunca. Y sus artífices no deberían
existir tampoco, está claro. Es un insulto a la inteligencia del espectador
desde el primer al último minuto, sin un solo chiste que pueda provocar
siquiera una sonrisa, mal dirigida, aburrida y absurda a partes iguales y que
lo único que la salva del cero absoluto es que Marlon Wayans, un habitual a
todas estas películas patrañas que terminan en “movie”, se esfuerza en
gesticular y poner muecas para animar al respetable. Pero sin un mínimo de
guion que lo apoye, poco puede hacer. Del argumento, poco que contar. Una
parodia de Paranormal Activity o
cualquiera de estas pelis casposas de posesiones mediante el insufrible
subgénero del metraje encontrado.
Por cierto, aviso para navegantes: la peli
esta, en versión original, se llama A
Haunted House. Lo digo porque parece ser que pulula por ahí otra Paranormal Movie también filmada este
año, con Eric Roberts, William Katt (¿qué han hecho contigo, Gran héroe americano?) y alguna vieja
gloria más que parece ser que es aún peor, cosa que me parece imposible.
The
collector. Esto es una
continuación (estrenada aquí con casi dos años de retraso y en cuatro salas mal
contadas) de una peliculilla de terror con algún elemento interesante que se
llamó The collection y que parió uno
de los guionistas de Saw. Empieza
bien la cosa, con un punto de originalidad con respecto a otros productos
hemoglobínicos como este, con un grupo casi paramilitar entrando en casa de un
asesino en serie llena de trampas para rescatar a una de sus víctimas. Al final,
lo de siempre: muchos gritos, mucha sangre y poco talento. Las muertes no
tienen la originalidad y frescura que en los inicios de la saga Saw y todo se vuelve demasiado
previsible y absurdo. La historia no se sostiene por ningún lado, pero no
parece importarle a nadie. El director no parece saber que tanta sangre, por
saturación, termina por dejarte indiferente.
The
Bling Ring. El punto gafapastas
del día. ¿O no? Pues va a ser que no. Tras las interesantes Las vírgenes suicidas y Lost in translation, la carrera de Sofía
Coppola como directora está dando un alarmante bajón. La historia de un grupo
real de adolescentes que entran en casas de sus ídolos (léase Paris Hilton,
Lindsay Lohan y celebritys así) para probarse sus ropas y efectuar pequeños
hurtos daba para más, invitando a una crítica social sobre la influencia
negativa de cierto famoseo en la adolescencia americana, por ejemplo. Pero en
manos de Coppola se convierte en una sucesión de imágenes de jóvenes estúpidos
haciendo cosas estúpidas que termina por aburrir soberanamente, pese a las
buenas canciones que acompañan la imágenes o la presencia de Emma Watson, única
cara reconocible en este grupito de niñatos insoportables.
Y
hasta aquí lo que ha dado de sí el año en lo que imagen real se refiere.
En
un rato me despido con tres títulos animados. El año que viene, más.
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