lunes, 25 de abril de 2016

TORO: El difícil camino de la redención.

Más allá de las comedias más o menos correctas o el costumbrismo que ha caracterizado nuestro cine, desde los lejanos años de Berlanga hasta el Almodóvar actual, el despegue de calidad (o por lo menos de reconocimiento en taquilla, de manera generalizada) ha venido mediante apuestas por un cine de estilo cortado por un patrón específico.
Si hasta hace poco parecía que lo que caracterizaba al cine español moderno eran las películas de género, esa forma tan simplista de englobar al suspense, al fantástico  y al terror, donde proliferaron autores como Alejandro Amenábar, Jaume Balagueró, J.A. Bayona o Paco Plaza, ahora es tiempo para los thrillers de corte policiaco. En los últimos meses se han reivindicado nombres como Alberto Rodríguez (La Isla Mínima), Daniel Monzón (Celda 211, El Niño) o enrique Urbizu (No habrá paz para los malvados), y sólo en lo que llevamos de año se han estrenado con éxito obras como El desconocido (Dani de la Torre) o Cien años de perdón (Daniel Calpalsoro).
Kike Maillo es un director que podría estar en la lista de los primeros merced a su debut en el largometraje con EVA, aquella fábula futurista con robots demasiado humanos, pero salta definitivamente al segundo con su nueva película, protagonizada por los dos actores más taquilleros del panorama nacional: Mario Casas (le pese a quien le pese) y Luis Tosar (que interviene, curiosamente, en la mayoría de las películas antes mencionadas).
Toro cuenta la historia de dos hermanos (Casas y Tosar) fieles retratos del perdedor de bajos fondos, simples delincuentes de poca monta a merced de Romano,  un “padrino” brillantemente interpretado por José Sacristán (actor que vive una segunda juventud gracias a su apuesta por los jóvenes valores, lo que le ha permitido aparecer en títulos como la imprescindible Magical Girl de Carlos Vermut o la más floja Vulcania de José Skaf). 
Cuando uno de ellos, apodado Toro, el preferido de Romano, decide retirarse para vivir una vida de legalidad, un último trapicheo se tuerce, provocando la muerte delm tercero de los hermanos. Toro cumple condena en la cárcel pero cuando logra la condicional, convertido en un hombre nuevo, descubre que no es fácil huir de los fantasmas del pasado.
Ambientada en Torremolinos y sus alrededores, Toro es una intensa historia de redención y segundas oportunidades, muy sórdida en algunos momentos, cuyas evidentes debilidades de un guion algo tramposo y facilón se compensan con los recursos visuales de Maillo, que lejos de limitarse a poner la cámara para plasmar la historian y punto exige un protagonismo para sí mismo en forma de planos líricos y juegos de luz que ayudan, junto a las tres interpretaciones principales, a aumentar el nivel de la película y que se intuye desde los mismos títulos de crédito, en los que se refleja algo del estilo de Fincher.
Apenas acabamos de inaugurar el segundo trimestre del 2016 y ya parece que estamos ante otro año glorioso para nuestro cine, con apuestas descaradamente arriesgadas como esta que, rápidamente, se va a posicionar como uno de los títulos más interesantes de la cartelera actual, junto a la Kiki de Paco León.
Después, claro está, saldrá el espabilado de turno diciendo que el cine español es una mierda y que todas las películas son iguales. Pero allá cada uno con su ceguera…

Valoración: Siete sobre diez.

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