Engañoso
título el de Victor Frankenstein que ningunea al verdadero protagonista de un film puramente palomitero y
sin más pretensiones que entretener al precio de caer en el olvido rápidamente
y quizá (y ya les digo yo que no) aspirar a abrir una saga de poca monta.
Y es
que estamos ante una nueva adaptación de la novela de Mary Shelley pero desde
el punto de vista, no del doctor ni del monstruo, sino del ayudante, el
jorobado Igor. Un Igor que, por cierto, no aparecía en la novela original, sino
que fue creado para el cine, primero en títulos como la saga de Frankentein de la Universal de los años
30 bajo el nombre de Fritz pero que se convirtió en el icono que es hoy en día
gracias a la parodia de Mel Brooks de El
jovencito Frankenstein.
Pretende
su director Paul McGuigan, de la mano con el guionista Max Landis, ofrecer un
nuevo enfoque a la historia ya conocida, pero su variación de los arquetipos de
sobras conocidos del doctor obsesionado con sus ideas y su fiel ayudante no
consiguen aportar demasiado como para merecer la etiqueta de innovadora. Cierto
es que recurre a una narrativa bastante más moderna de lo habitual, salpicada
de escenas de acción y sabiendo alternan correctamente el humor negro que la
define con el dramatismo que ocultan el pasado de sus personajes protagonistas,
a los que dan vida unos Daniel Radcliffe y James McAvoy empeñados en dejar atrás
el lastre de sus famosos Harry Potter y Charles Xavier.
No
estamos, desde luego, ante el horror aquel de hace un par de años que trataba
de colarnos al monstruo salvando al mundo de unas gárgolas vivientes en Yo, Frankenstein, pero creo que desde la
infravalorada adaptación de Kenenth Branagh de 1994 no ha habido ninguna
aproximación interesante al mito del moderno Prometeo. Quizá, y debido sobre
todo a la ambientación en un Londres más cercano a la revolución industrial que
a su estilo victoriano, y a sus frenéticas escenas de acción, la película se me
antoja una hermana bastarda de la reinvención que en 2009 se hizo de Sherlock Holmes,
aunque desde luego McGuigan no es ni de lejos digno de compararse con Guy
Richie. A modo anecdótico, diré que incluso se incluye en su reparto a un
Moriarty, Andrew Scott, aunque en este caso de la magnífica Sherlock de la BBC.
Pasatiempo
distraído al que no hay que pedirle demasiado, puesto que no nos lo va a dar…
Valoración:
Cinco sobre diez.
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