Con
más de dos años de retraso se estrena (y mal) en España la última paranoia de
Terry Gilliam, el genial director de títulos como El rey Pescador, El secreto
de los hermanos Grimm o El imaginario
del Doctor Parnassus, que vuelve con este títulos a esos mundos
claustrofóbicos y ciberpunk que ya recorriera en la mítica Brazil y la excelente Doce
monos, hasta el punto que hay quien asegura que este The Zero Theorem supone (sin que el director lo haya confirmado) en
cierre de una misma trilogía temática.
Amparada
en un interesante reparto, marca habitual del director británico, The Zero Theorem narra la vida solitaria
y angustiante de Qohen Leth, una especie de analista de datos que vive en una
iglesia en ruinas y que recibe el encargo de tratar de descifrar el Teorema
Zero, mediante el cual descubrir el sentido de la vida o, mejor aún, la
ausencia del mismo.
Gilliam
pretende crear una metáfora sobre la existencia del alma y el futuro al que
cada ser está predestinado, en una búsqueda interna de lo que representa cada
ser de manera individual. Pese a estar salpicado de gatas de buen humor (e
incluso toques de romanticismo) es demasiado pretencioso para poderlo abarcar
correctamente, y Gilliam (que no vive precisamente su mejor década) termina
fracasando en el intento, consiguiendo, eso sí, un buen puñado de imágenes y
escenas memorables y poco más.
Hay
demasiada pretenciosidad en el proyecto, demasiada supuesta profundidad que
termina conduciendo a callejones oscuros y sin salida, que la impresión final
es de vacío y decepción, aunque hay que reconocer que el camino intermedio ha
sido fascinante. Gilliam continua igual de hipnótico como siempre y The Zero Theorem no defrauda como
desafío visual, desde ese Londres colorista y artificial hasta la iglesia donde
vive Qohen, ejemplo de una época ya pasada y de una Fe perdida en el tiempo.
Christoph
Waltz resulta convincente en su papel de Qohen, algo exagerado en algunos
momentos, mientras que Mélanie Thierry logra aunar el punto exacto de inocencia
y erotismo en un personaje tan desconcertante como entrañable. Completa el trío
protagonista Lucas Hedges, un joven actor al que le va la marcha, pues es
también habitual en el cine de Wes Anderson, mientras que se dejan ver también
por ahí Matt Damon, Tilda Swinton (otra que tal), Peter Stormare y David Thewlis, demostrando que el director
sigue siendo un imán para algunos grandes nombres de Hollywood,
independientemente del éxito de taquilla (y crítica) de sus últimos films.
The Zero Theorem atrapa casi desde el primer minuto, sumergiendo al
espectador en un mundo extraño y
claustrofóbico, pero que se pierde en su intento de ser trascendental y
finaliza con la sensación de que no se ha entendido nada.
Porque…
sinceramente, aún no sé de qué va la peli…
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