La saga de Michael Myers es una de las más prolíficas del cine de terror, así como de las más complicadas. Hay hasta once películas formando la franquicia de Halloween, incluyendo el reboot y su secuela de la mano de Rob Zombie. Lo curioso del caso es que, centrándonos en las nueve restantes, hay tantas contradicciones y reinvenciones que se podría decir que se pueden formar tres universos paralelos de ellas.

Bendecida por el propio Carpenter, La noche de Halloween está dirigida por David Gordon Green, especialista en comedias como Superfumados, El Canguro o la espantosa Caballeros, princesas y otras bestias, reciclado últimamente en la televisión y en películas bastente menores como aquella Joe con Nicholas Cage. La acción se sitúa cuarenta años después de la película original y describe como Myers ha permanecido recluido en un psiquiátrico hasta que un traslado le da la oportunidad de fugarse y regresar a su Haddonfield natal a proseguir su matanza. Allí le estará, sin embargo, una madura Laurie Strode, superviviente de su matanza de hace cuatro décadas, que obsesionada con aquella fatídica noche ansía una oportunidad de venganza.

Michael Myers sigue dando miedo, despojado aquí de los poderes sobrenaturales que fue ganando a medida que la saga original avanzaba, y Jamie Lee Curtis da la talla como la torturada y desquiciada Laurie que ha de luchar con sus propios fantasmas antes de enfrentarse al verdadero mal.
Así, sin ser la maravilla que se nos prometía, La noche de Halloween es, posiblemente, la mejor secuela de la saga, un tributo muy encomiable al film de Carpenter (tan insuperable como ligeramente añejo visto con ojos actuales) y un disfrute para aficionados al género que no pretendan analizar demasiado ciertos giros de guion sencillamente irrisorios.
Valoración: Seis sobre diez.