Apenas
un año después de la llegada de Netflix a España se estrena la primera película
de producción nacional: 7 años,
dirigida por Roger Gual. Parece ser que una de las condiciones de la productora
de streaming para su participación en la película era conseguir un producto
económico y de corte internacional, y Gual, con un magnífico guion de Jorge
Cabeza y Julia fontana lo ha hecho a la perfección.
Sin
mostrar apenas nada más que el interior de un local (espacioso y muy
confortable, eso sí), la película no necesita más que a cinco actores para
crear un clima de tensión e incomodidad al más puro estilo Gran hermano que puede
denotar ciertas herencias de Smoking room,
la película más conocida de Gual hasta la fecha. La exitosa empresa creada años
atrás por cuatro amigos sufre una investigación por parte de Hacienda que va a poner
al descubierto ciertas cuentas en Suiza y que conllevará sin duda alguna una
pena de cárcel de aproximadamente siete años. Para tratar de salir lo más
airosamente posible, los cuatro amigos deciden que uno sólo cargue con el
muerto para mantener la integridad de la empresa a flore, y contratan a un
mediador para que les ayude a decidir quién debe aceptar la responsabilidad del
delito. Pero una vez empiezan las negociaciones las cosas no van a ser nada
sencillas y los rencores y las acusaciones mutuas crearan un ambiente de
creciente crispación.
Una
historia que podría antojarse algo teatral si no fuese por la inteligencia que
demuestra Gual tras la cámara, con dinámicos planos secuencias al principio y
un intencionado acercamiento a los actores a medida que avanza el mal rollo y
se descubre la cara oscura de cada uno de los cuatro protagonistas.
Una
de las bazas de la película está en la elección del casting, en la que los
cinco involucrados están a un gran nivel, por más que Manuel Morón disminuya en
presencia a medida que avanza el conflicto. Paco León (en un giro a su carrera
básicamente cómica), Alex Brendemühl, Juana Acosta y Juan Pablo Raba son los
cuatro amigos cuyo futuro dependerá de que lleguen a un acuerdo si no se sacan
los ojos primero. En realidad, los 7 años de cárcel a los que alude el título
no dejan de ser un macguffin, una excusa para la que no importa tanto quién sea
el elegido como la manera de llegar al acuerdo. Una forma perfecta para definir
al ser humano y demostrar el verdadero color de nuestros ideales, con el instinto
de supervivencia siempre por encima de cosas tan conceptualmente bonitas como
etéreas como la amistad o la lealtad.
Brillante
película, intensa y de inteligente guion, que deja un buen poso una vez
finalizada. Una excelente primera obra de Netflix y una demostración más de
como el cine y la televisión deben seguir evolucionando para adaptarse a la
sociedad con la que conviven.
Valoración:
Ocho sobre diez.
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