Siempre
he dicho que pocas cosas hay más seguras en esta vida que ir al cine a ver una
película de Jason Statham. Si algo define el estilo del actor británico es la
fiabilidad: acción, algo de humor y mucho entretenimiento. Y Mechanic: Resurrection, la secuela de la
película de 2011.
¿Tiene
sentido una secuela de esa película? Pues no mucho, la verdad. No hay ningún
rango especialmente diferenciador entre el personaje de Arthur Bishop y
cualquier otro que haya interpretado anteriormente Statham, ni está la trama de
Mechanic: Resurection ligada a lo que
acontecía en The Mechanic, por lo que
parece más una excusa publicitaria que otra cosa. Al fin y al cabo, tampoco es
que Statham ande corto de personajes franquicia, después de las sagas de Transporter, Los mercenarios, Crank y
su definitiva incursión en Fast & Furious.
No
es que me moleste particularmente que se hayan sacado una secuela de la manga,
posiblemente tan innecesaria como la mayoría de las secuelas que se fabrican en
Hollywood. Mi indignación va más encaminada a que si pretendes crear una nueva
franquicia lo mínimo exigible es tener un guion con el que trabajar. No cabe esperar
un gran libreto en una película como esta, eso lo tengo claro, pero el libreto
de Philip Shelby y Tony Mosher roza por momentos el ridículo, tanto en su
historia como en sus diálogos, y la dirección cobarde de Dennis Gansel empeñándose
en subrayar constantemente lo evidente tampoco es que ayude demasiado.
¿Qué
queda, pues, después de ver Mechanic:
Resurrection? Pues la sensación algo vacía de que se ha disfrutado con un
espectáculo de acción tan inverosímil como emocionante, donde el único esfuerzo
de inventiva cabe encontrarlo en la manera en la que Statham debe matar a sus
enemigos y a la presencia de Tommy Lee Jones como secundario de lujo, con un
look algo alejado de lo que nos tenía acostumbrados. Y volver a ver en pantalla
a Jessica Alba, que desde el 2010 con Ahora los padres son ellos no había hecho
nada destacable, tampoco es para quejarse.
En
fin, que si uno solo quiere ver a Jason Statham repartiendo estopa sin ninguna
aspiración más, esta película es una buena opción. No aburre en ningún momento
y juega a ser una hermana pequeña de Misión Imposible que no le queda del todo
mal. Eso sí, se borra de la memoria apenas abandonar el cine.
Entretenida
y adrenalítica, sí, pero terriblemente efímera.
Valoración:
cinco sobre diez.
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