Con
tan solo dos películas en su filmografía, J.A. Bayona se había convertido en
uno de los directores más importantes del cine español. Lo imposible era una película emotiva y espectacular que aunaba el
dolor con unos increíbles efectos especiales que ya les gustaría conseguir (y
más a ese precio) a muchas productoras norteamericanas.

Un
primer hándicap con que se podría topar Un monstruo viene a verme es con la comparativa con Mi amigo el gigante de Steven Spielberg. Al fin de cuentas, ambas
van sobre un niño solitario y su relación/rescate con un ser gigantesco.
Afortunadamente, toda comparación cae siempre en favor de Bayona. Huyendo del
humor safio y del infantilismo de Spielberg, Un monstruo viene a verme es una película dramática, dura y amarga,
que amenaza con erizar la piel y provoca más de una llantera entre el público. No
busca descaradamente la pornografía sentimental, pero la acaricia por momentos.
Un
niño acosado por sus compañeros de clase, una madre moribunda y una abuela
dictatorial es todo lo que necesita este gigante (del que en España nos
perdemos el trabajo de Liam Neeson) para acudir en su rescate. Basada en la
novela de Patrick Ness, la base argumental no es un desborde de originalidad,
recordando mucho, por ejemplo, a El
Laberinto del Fauno, pero Bayona dirige con una eficacia tal que pronto se
dejan de lado los posibles prejuicios para adentrarse en esta historia triste y
emotiva. Volviendo a Spielberg, al que muchos se empeñan en comparar a Bayona
(no es casualidad que el barcelonés vaya a encargarse de la secuela de Jurassic World), en Un monstruo viene a
verme logra aunar los dos estilos propios del director de E.T., el drama más intimista y la espectacularidad más fantástica,
consiguiendo una mezcla brillante y que nunca chirría.
Además,
Bayona va camino a convertirse en un descubridor de jóvenes talentos. Si fue
con Lo Imposible que se dio a conocer
Tom Holland, el nuevo Spiderman visto
ya en Civil War, aquí quien sobresale
es Lewis MacDougall, que tras haber trabajado solo en un rol secundario en la
prescindible Pan acepta el reto de
cargar con el peso de toda la película y sale airoso de ello. Está también
magistral, aunque eso ya es habitual en ella, Sigourney Weaver en el papel de
abuela, mientras que Felicity Jones y Toby Kebbell cumplen con corrección.

Algo
que, para nada, debe empañar lo que es una magnífica película. Si su objetivo
es hacer llorar o no solo Bayona lo puede valorar, y doy fe que había gente en
la sala en la que yo estaba que lloró. Pero a mí me faltó ese punto de emoción
final que me obliga a valorar la película un poquito por debajo de lo que me
habría gustado.
Solo
un poquito.
Valoración:
Ocho sobre diez.
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