lunes, 31 de octubre de 2016

OUIJA: EL ORIGEN DEL MAL, superando de largo a la primera.

Viendo Ouija: el origen del mal me vino a la memoria Calle Cloverfield, 10. Y no porque sus argumentos tengan nada que ver, sino porque sentí aquí la misma sensación que con aquella (confirmada después por J.J. Abrams): la de que se había aprovechado un guion ajeno a la supuesta saga para que, con algunos retoques, encajase en el puzle.
Escrita y dirigida por Mike Flanagan, quien ya hiciese su película de terror de culto con Oculus  y que se encuentra en pleno rodaje de El juego de Gerard, basada en una obra de Stephen King), Ouija: el origen del mal es en realidad una precuela de la simplona y floja Ouija de hace un par de años y sirve para conocer al detalle la historia de la madre y las dos hijas que habitaron en la casa con anterioridad a los protagonistas de aquella. Sin embargo, viendo ambas películas, las diferencias son tan notables que Ouija: el origen del mal merecería tener una entidad propia, sin ser lastrada por el hecho de ser una secuela de una película muy mediocre.
Confirmando mi teoría de que el cine de terror sufre una nueva corriente cada vez más cercana al drama, la película que propone Flanagan es un excelente retrato de una familia acuciada por las deudas y el dolor por la pérdida de la figura paterna que utilizan el espiritismo como medio para ganarse la vida hasta que la dichosa tabla de marras entra en la casa permitiendo el acceso de varios espíritus malignos.
Durante gran parte del metraje cuesta recordar que estamos ante una película de terror, pues los sustos son escasos y Flanagan no recurre apenas al efectismo de los sobresaltos musicales ni los planos tramposos, aunque la sensación de mal rollo es constante. Es más una película inquietante, que angustia, y que solo en su tramo final logra desatarse sin llegar nunca a alcanzar niveles de ridiculez como la mayoría de películas que pululaban por este género hace apenas unos años.
Prescindiendo del recurso de las adolescentes tontas (hay una hija adolescente, interpretada por Annalise Basso, que ya estaba en Oculus y era también una de las hijas de Captain Fantastic, pero de tonta no tiene un pelo), la coerencia con la que actúa la familia en todo momento, a expensas de la dolorosa ingenuidad infantil del miembro más débil de la misma, demuestran un guion inteligente y que no busca burlarse del espectador, consiguiendo que sea esta película muy superior a la Ouija original y que, pese a no ofrecer un terror muy exagerado, sea una interesante propuesta para este Halloween.
No va a romper moldes ni sentar cátedra, pero sí demuestra que con un poco de inteligencia y ganas de trabajar bien se pueden seguir haciendo películas de fantasmas interesantes.

Valoración: Seis sobre diez.

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