Después
del mal recibimiento que han tenido sus últimos trabajos (de ellos sólo El árbol de la vida tuvo una aceptable
vida comercial, pero fue más debido al
morbo de la gente por saber por qué los cines permitían a sus clientes
irse a la media hora de película que por su calidad como película) el director
Terrence Malick ha decidido apostar por el documental, realizando una película,
Voyage of Time: Life's Journey
, que
puede verse en dos formatos: el cortometraje, apenas cuarenta minutos con
narración de Brad Pitt, y el largometraje, una versión de hora y media donde es
Cate Blanchett quien pone la ¿sugerente? voz en off.
La
versión que llegará a los cines es la larga, evidentemente, y ha sido una de
las películas más de relumbrón del festival de Sitges. Y ese es su primer gran problema:
no es película para Sitges, y menos para una maratón final, donde causó bostezos
durante el visionado y abucheos al final del mismo.
Pero,
¿qué es Voyage of Time? Pues
sobretodo una muestra de la pretenciosidad de un director que nos tiene
acostumbrado a una bella fotografía cargada de reflexión y supuesta profundidad.
Tras el interludio cósmico que regaba El
árbol de la Vida, Malick ha decidido dedicar una película entera a
profundizar en el origen del Universo y, por extensión, de la humanidad, y lo
ha hecho con una obra tan hermosa y sugerente como vacía.
La
película podría desgranarse en tres conceptos. Por un lado están las imágenes
sobre la creación, bellas estampas cósmicas, paisajes a vista de pájaro y la
evolución animal mediante creaciones por ordenador que resultan mucho más
creíbles que cuando utiliza actores reales (el momento de los hombres
primitivos con actores con musculatura de gimnasio roza el ridículo). Esto es
lo mejor de la película y lo que se recuerda al finalizar la misma, pero por
desgracia no es o único que hay.
El
segundo concepto se basa en la incursión de imágenes de diversos puntos de
vista de la sociedad actual, basándose en detalles cotidianos de culturas
rurales filmadas en el sudeste de Estados unidos, Chile, Papau, Nueva Guinea…
Estas imágenes rompen la belleza de las anteriores, salpicando la película de
un mensaje que Malick sabrá cuál es y afeando el resultado final.
Y
la tercera pata de esta mesa que cojea tanto es la narración de la Blanchett,
donde la pretenciosidad se desborda definitivamente y la filosofía de baratillo
re hace repetitiva y casi insoportable. Malick propone un diálogo entre la humanidad
y la naturaleza que se supone debe invitar a la reflexión. Es aquí cuando se
dice lo típico de: plantea muchas preguntas cuyas respuestas deben hallarse en
nuestro interior. Si realmente es así, mi interior ya tiene la respuesta: “Malick,
a mí ya no me la cuelas más”.
Porque
no, Voyage of Time: Life's Journey no
funciona para nada. No tiene el mensaje que se le supone y termina siendo tan
solo una sucesión de bonitos, magníficos incluso, salvapantallas de ordenador
en una época donde los powerpoints de paisajes ya han pasado a la historia. Voyage of Time: Life's Journey no pasa
de ser un documental del montón de los que se pueden ver en cualquier cine IMAX
pero rodado con más dinero y con el engreismo de Malick del que entiendo que
quiere decirme algo pero sigo sin saber qué es eso que me quiere decir.
Una
película, y más un documental como este, debe ser una comunicación entre el
emisor (el director) y el receptor (el público). Y en este caso el receptor
está deseando que Cate Blanchett se calle de una vez y el power point termine.
No
dudo que en una sala IMAX y en su versión de cuarenta minutos la cosa no pueda
ser incluso gloriosa. Pero como película es un error más en la cuenta de
Malick.
Valoración:
Cuatro sobre diez.
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