lunes, 17 de octubre de 2016

Sitges 2016: LA LLEGADA

Teniendo en cuenta que en  2013 Denis Villeneuve estrenó dos películas muy diferentes en un periodo de tiempo relativamente corto, una que me entusiasmó (Prisioneros) y otra que odio profundamente (Enemy), cada vez que me enfrento a un estreno de este director me pregunto cuál de sus dos versiones nos ofrecerá.
La llegada aúna un poco de ambas. Por un lado es una historia intensa y emocionante, con la descripción en un tono bastante realista de la llegada de unas naves extraterrestres a la Tierra, pero sin dejar de lado la carga más íntima y emotiva, centrándose en la figura de una experta en lengua que debe tratar de hacer de intérprete con los alienígenas. Pero por otro lado también tenemos esa atmósfera desconcertante que es capaz de hipnotizarnos con sus imágenes a la vez que amenaza con no hacernos entender nada de lo que está pasando en pantalla. Afortunadamente, y sin hacer ningún tipo de spoiler, esta vez sí hay un final cerrado que si bien invita a la reflexión y al debate no deja al espectador con la cara de tonto que uno se quedaba al final de Enemy.
Pese a la presencia de Forest Whitaker y Jeremy Renner, todo el peso interpretativo recae en Amy Adams, que recupera aquí sus buenas sensaciones tras del despropósito que era su personaje en Batman v. Superman. Ella soporta toda la carga emocional dela historia y cumple a la perfección con el desafío de provocar, pero al mismo tiempo sufrir, el propio desconcierto que debe sentir el espectador conforme va avanzando la historia.
Aún siendo una película de extraterrestres con clara carga fantástica y de ciencia ficción, La llegada es ante todo un drama que empieza con dureza y juega al despiste constantemente sin dejarnos entrever el sufrimiento interno de los protagonistas para permitir que el espectador saque sus propias conclusiones. Sin embargo, para no ser tildado de tramposo, Villeneuve va plantando a partir del ecuador del film pequeñas semillitas sobre lo que está sucediendo, lo cual puede adelantar demasiado lo que va a suceder al cinéfilo más avispado.
No sé si esta será la mejor película de Villeneuve, pero sí está claro que él pretende que lo sea. Su estilo fílmico, la lentitud de la narración, las escenas intimistas de los flashbacks… Todo está planificado con una cuidada delicadeza que invitan a pensar que estamos ante la cinta más personal de un director ya de por sí con bastante identidad propia, demostrando también que la productora ha confiado en él lo suficiente como para no obligarle a transformar su historia de extraterrestres (de efectos especiales sencillos pero cumplidores, por cierto) en un enorme blockbuster palomitero.
Y tras la historia personal del personaje de Amy Adams, además, Villeneuve plantea una denuncia social usando los trucos del lenguaje para reflejar los problemas de comunicación entre los dirigentes de los grandes países, demostrando que a veces es más complicado entenderse con el vecino de al lado que con un ser del otro lado del universo.
Puede que uno encuentre muchas cosas conocidas en La llegada, desde el estilo intimista de Monsters o Distrito 9 hasta la profundidad reflexiva que buscaba Nolan en Interstellar (incluso alguna influencia de Malick se puede adivinar por aquí), pero Villeneuve se las apaña para reunir todas las referencias y darles una entidad propia, haciendo que esos recuerdos se acepten sin molestar demasiado.
La llegada es, en fin, un muy interesante film que invita al debate posterior y que gustará más tras un tiempo de reflexión que tras su inminente visionado, aunque hay que reconocerle también que utiliza muchas trampas para llevar la historia por donde lo requiere el guion, no siguiendo siempre las leyes de la lógica.
Todo un lujo que no llegará a nuestros cines hasta dentro de un mes largo pero que se ha podido disfrutar como colofón final en la sesión sorpresa del festival de Sitges 2016.

Valoración: Ocho sobre diez.

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