sábado, 15 de octubre de 2016

Sitges 2016: SADAKO VS. KAYAKO.

Posiblemente no sea yo el más indicado para valorar una película como esta. Está claro que cuando Koji Shiraishi se hizo cargo del proyecto de Sadako vs. Kayako no tenía en mente a un aficionado como yo, poco conocedor del cine oriental y no especialmente amante de las sagas originales de The Ring (Ringu) o La maldición (The Grudge).
Lo que está claro es que unir a las protagonistas de estas dos peculiares sagas sonaba a priori tan delirante como cuando en su momento Paul W.S.Anderson hermanó a los extraterrestres enfrentados de AVP: Aliens vs. Predator (aunque bien odríamos recordar también cosas como Freddy v Jason).
Sea uno más o menos seguidor de las sagas originales, es innegable que ambas contenían el encanto especial del ritmo desasosegante del terror japonés y fueron capaces de crear dos iconos (inspirados en la mitología o la literatura nipona, eso sí) míticos, ya sea la niña con el cabello cubriéndole el rostro o la joven maltratada que gatea al ritmo de un inquietante sonido (sin olvidar al hijo de regusto felino que la antecede). Así se podría esperar que la película fuese doblemente aterradora, aunque cuesta imaginar cómo compaginar a ambas figuras sin que se molesten entre ellas.
Sin embargo, lo que Shiraishi, también guionista, opta por hacer es una especie de fiesta privada donde no deberían permitir la entrada más que a los fans más fieles de las féminas, creando un festival orquestado por un estrafalario médium que parece escapado de un anime y planteando unas situaciones y una colección de personajes tan inverosímiles como ridículos que desconcierta al “invitado ocasional” con el que yo me identifico. Toda una locura argumental plagada de giros incoherentes y con unos diálogos irrisorios.
Sadako vs. Kayako no es una película seria, es casi una broma, un homenaje con demasiados tintes paródicos, una tormenta de ideas lanzada sin control en un saco para mezclarlas aleatoriamente y metidas con calzador en un guion que pide a gritos un remake americano con Marlon Wayans o algún otro patán similar en su producción, que termina provocando el aplauso y los vítores del entregado fan pero que provoca la burla en el profano, que echará en falta los sustos necesarios para que esto sea una película de terror pero que tampoco se reirá como si de una comedia se tratase.
Exclusiva, muy exclusiva, y que a mi entender prostituye el recuerdo de Sadako y Tanako y logra un aprobado justo siendo vista en un festival como el de Sitges pero difícilmente aceptable en una sala convencional.

Valoración: Cinco sobre diez.   

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