Posiblemente
no sea yo el más indicado para valorar una película como esta. Está claro que
cuando Koji Shiraishi se hizo cargo del proyecto de Sadako vs. Kayako no tenía en mente a un aficionado como yo, poco
conocedor del cine oriental y no especialmente amante de las sagas originales
de The Ring (Ringu) o La maldición (The Grudge).
Lo
que está claro es que unir a las protagonistas de estas dos peculiares sagas
sonaba a priori tan delirante como cuando en su momento Paul W.S.Anderson
hermanó a los extraterrestres enfrentados de AVP: Aliens vs. Predator (aunque bien odríamos recordar también cosas como Freddy v Jason).
Sea
uno más o menos seguidor de las sagas originales, es innegable que ambas
contenían el encanto especial del ritmo desasosegante del terror japonés y
fueron capaces de crear dos iconos (inspirados en la mitología o la literatura
nipona, eso sí) míticos, ya sea la niña con el cabello cubriéndole el rostro o
la joven maltratada que gatea al ritmo de un inquietante sonido (sin olvidar al
hijo de regusto felino que la antecede). Así se podría esperar que la película
fuese doblemente aterradora, aunque cuesta imaginar cómo compaginar a ambas
figuras sin que se molesten entre ellas.
Sin
embargo, lo que Shiraishi, también guionista, opta por hacer es una especie de
fiesta privada donde no deberían permitir la entrada más que a los fans más
fieles de las féminas, creando un festival orquestado por un estrafalario médium
que parece escapado de un anime y planteando unas situaciones y una colección
de personajes tan inverosímiles como ridículos que desconcierta al “invitado ocasional”
con el que yo me identifico. Toda una locura argumental plagada de giros
incoherentes y con unos diálogos irrisorios.
Sadako vs. Kayako no es una película seria, es casi una broma, un
homenaje con demasiados tintes paródicos, una tormenta de ideas lanzada sin
control en un saco para mezclarlas aleatoriamente y metidas con calzador en un
guion que pide a gritos un remake americano con Marlon Wayans o algún otro
patán similar en su producción, que termina provocando el aplauso y los vítores
del entregado fan pero que provoca la burla en el profano, que echará en falta
los sustos necesarios para que esto sea una película de terror pero que tampoco
se reirá como si de una comedia se tratase.
Exclusiva,
muy exclusiva, y que a mi entender prostituye el recuerdo de Sadako y Tanako y logra
un aprobado justo siendo vista en un festival como el de Sitges pero
difícilmente aceptable en una sala convencional.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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