Han
pasado ya diez años desde el estreno de la última película de Paul Verhoeven.
Demasiado tiempo sin saber nada de este gran (y polémico) director que ha
aprovechado el tiempo para escribir una novela basada en Jesucristo y en
preparar esta nueva gran joya llamada Elle.
Después
de sus periplo en Hollywood que dio lugar a obras maestras del cine de acción,
como RoboCop o Desafío Total y a películas tan interesantes como Instinto Básico, los fracasos en
taquilla de Showgirls y El hombre sin sombra propiciaron su
desencanto con los productores americanos, algo que fue recíproco y culminó con
la marcha del director holandés, que regreso a su Europa natal en busca de
poder hacer un cine más libre y personal.
En
ese punto se encuentra Elle, un
intenso thriller muy dramático aunque con los sutiles toques cómicos
característicos del director donde una insuperable Isabelle Huppert interpreta
a Michéle, una exitosa mujer de negocios, separada y madre de un joven con el
rumbo perdido, que es agredida y violada en su propia casa. Ese es el arranque
de una historia que se va cociendo a ritmo lento, en la que conoceremos a todos
los personajes que rodean a Michéle con la sospecha de que uno de ellos puede
ser en agresor enmascarado.
Sin
embargo, Elle no es solo la historia de un misterio y su resolución. Es más, la
violación termina siendo casi un simple macguffin que sirve de excusa para conocer
a Michélle, una mujer acostumbrada a dominar, que en lugar de reaccionar con
miedo ante el ataque decide tomar el control de la situación en su necesidad de
ser siempre quien tenga el poder en todo momento.
Con
un pasado tenebroso sin duda forjador de su carácter, hay toda una serie de individuos
alrededor de Michélle a cada cual más gris. No es esta una película de buenos y
malos, sino que se mueve entre los claroscuros llenos de matices de la miseria
humana, haciendo que ningún personaje sea especialmente atractivo, que nadie se
hacer que ni de lejos a la perfeccion, pero haciéndolos a la vez tan cotidianos
y reales que cualquiera puede ser reconocible en la vida real.
Este
es el gran talento de Verhoeven en Elle, componer una historia oscura y cruel
que sin grandes fuegos de artificio descompone el alma y ofrece una brillante
vuelta de tuerca al manido tema de las agresiones sexuales. No es este un melodrama
de lágrima fácil ni hay una moralina evidente en la historia. Es simplemente un
retrato de personajes, una exposición de una fauna de lo más variopinta en la
que el espectador puede identificarse con cualquiera de ellos para odiarlo en
la siguiente escena.
Elle
es intensa, profunda y cruel a la par que conmovedora, una magnífica película que
se puede situar entre lo mejor de la filmografía de Verhoeven y con una Huppert
colosal, verdadero motor de la historia, en una interpretación memorable.
Valoración:
Ocho sobre diez.
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