Teniendo
en cuenta que ya cuento las horas para que comience el próximo festival de
Sitges (y del que este año también habrá un amplio repaso, no lo dudéis), me
parecía un buen momento para recuperar una de las películas que se me escaparon
en la edición del año pasado, precisamente la que se llevó los premios de mejor
película, mejor guion y el premio especial del jurado.
En
1985 Woody Allen imagino un drama romántico donde un personaje de película
atravesaba la pantalla de cine para aparecer en la vida real en la magnífica La rosa púrpura de El Cairo. John
McTiernan repetiría la jugada en 1993 haciendo que un niño de la vida real se
colase en una película y trajese de vuelta a su protagonista, un Schwarzenegger
en estado de gracia en la genial e infravalorada El último gran héroe, esta vez combinando acción y comedia. Y esa
misma premisa es la que ha seguido ahora Todd Strauss-Schulson para Las últimas supervivientes, en las que
se juega (en un ejercicio similar al que hiciese Wes Craven en Scream o Joss Whedon y Drew Goddard en La Cabaña en el bosque) con los tópicos
del cine de terror y les da la vuelta para burlarse de él hasta las últimas
consecuencias.
En
Las últimas supervivientes, Max
(Taisa Farmiga) acude con unos amigos a un cine donde reponen una casposa película
de serie B de los años ochenta protagonizada por su madre (Malin Akerman),
recientemente fallecida. Allí, un incidente provoca que los jóvenes acaben
atrapados dentro de la propia película y deban interactuar con los
protagonistas para evitar ser asesinados por el enmascarado de turno.
La últimas supervivientes es una película pequeña y de poco presupuesto, pero
eso no lastra la imaginación de un director para retorcer las bases del cine de
género slasher, dándole una inteligente vuelta de tuerca que resulta muy
divertida. Pero además, jugando bien las bazas de la madre y la hija,
Strauss-Schulson logra también algunos momentos de verdadera emotividad consiguiendo
unos toques de drama que para nada dificultan el ritmo narrativo (nunca ver a
una rubia de ojos azules bailando en sujetador había sido tan dolorosamente
triste).
Las últimas supervivientes rinde culto, a la vez que parodia, el género del
terror, pero es también un homenaje a ese cine ochentero, a su música y a su
ingenuidad (con muchos chistes propios de las películas de viajes temporales)
que evocan irremediablemente a la aclamada serie de moda Stranger things, incluyendo su melodía electrónica y sus planos
fotocopiados.
Una
buena película para cualquier aficionado al cine, pero sobretodo una gran
película para el aficionado al cine de terror.
Y con una Taisa Farmiga sublime.
Valoración:
Siete sobre diez.
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