lunes, 10 de octubre de 2016

Sitges 2016: THE AUTOPSY OF JANE DOE

Jane Doe es como llama la policía de Estados unidos al cadáver de una mujer sin identificar. Así es como arranca la película The autopsy of Jane Doe, con el descubrimiento del cuerpo de una mujer joven desnuda enterrada en el sótano del escenario de un crimen.
Estamos en un pueblo pequeño, y el sheriff apremia al forense del lugar y a su hijo aprendiz para que averigüen qué causó la muerte de la muchacha con la esperanza de que esa primera revelación ayude a esclarecer varios asesinatos acontecidos en la susodicha casa. Así, Tony tilden y su hijo Austin deberán dedicar la noche entera a hurgar en el cuerpo de la desconocida en busca de respuestas.
Esta es la premisa del salto  a Hollywood de André Øvredal, director de la aclamada Trollhunter, que juega con los géneros del terror tocando de varias teclas (gore, posesiones demoníacas, espíritus) para conseguir una estimulante mezcla de pesadillas que mantiene en todo momento alerta al espectador. Con un limitado reparto compuesto por el estupendo Brian Cox y el emergente Emile Hirsch, bien secundados por Ophelia Lovibond y Michael McElhatton, pero sin olvidar la presencia pétrea pero desasosegante de la “cadáver” Olwen Catherine Kelly, Øvredal consigue estremecer con inteligencia, proponiendo un juego de sorpresas y descubrimientos que amenazan con rechinar en algún momento pero terminan encajando a la perfección, como las piezas del puzle que la propia autopsia supone. Aunque las escenas más macabras no alcanzan al nivel de crudeza necesaria para angustiar (no hay nada que no haya visto en series de televisión casi familiares como Dexter, I Zombie o cualquier variedad de C.S.I.), los sustos están bien dosificados y son ingeniosos, sin limitarse a los trucos de efectismo baratos de subidas de música y juegos con las sombras.
Además, con su poco más de hora y media de duración, la película no pierde el tiempo con tonterías, y la necesaria subtrama familiar imprescindible para poder crear unos personajes con esencia está tan limitada a lo estrictamente necesario que apenas se le pueden sacar pegas a una obra que ofrece justo lo que promete: terror y claustrofobia, sin apenas recurrir al humor ni caer en desviaciones reflexivas.

Valoración: Siete sobre diez.

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