Worry Dolls posiblemente sea la película más clásica para una
maratón de madrugada en el Festival de Sitges. Con un cierto aroma a serie B
noventero, es una típica historia de brujería y posesiones diabólicas mediante
unas muñecas de vudú que potencian los temores de sus portadores
convirtiéndolos en despiadados asesinos.
Como
suele ser habitual en estas piezas, el protagonista en un agente de policía al
que el fenómeno involucrará personalmente cuando vea afectada a su propia
familia por la maldición.
Como
veis, nada nuevo bajo el sol, aunque el director Padraig Reynolds (cuyo trabajo
más destacado hasta la fecha es un fan film sobre Green Aarrow, OMG!) se
esfuerza en hacer un trabajo competente y que mantiene la tensión hasta el
último momento.
Así,
el ritmo es muy correcto y las interpretaciones, sin ningún nombre destacable,
cumplen con su cometido.
Hurgando
un poco en un intento de diferenciar a esta película con la clásica oferta de
videoclub de sábado por la tarde podríamos poner en el lado positivo de la
balanza lo poco previsible que es en algunas decisiones, huyendo, como ya
sucediera en The Devil in us, de cualquier
atisbo de humor, y portando las acciones iniciadas hasta las últimas
consecuencias. Por ende, esto provoca también que el desenlace chirríe un poco
y termine siendo lo más flojo de la película. Quizá el problema es que Reynolds
se toma demasiado en serio a sí mismo, y querer dar una carga dramática tan
intensa a una película que o deja de ser terror de baratillo termina por
provocar alguna que otra carcajada involuntaria.
Película
de uso y consumo que no dejará demasiado poso pero ofrece algún buen sobresalto
y una trama interesante y sangrienta.
Valoración:
Cinco sobre diez.
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